viernes, 29 de enero de 2016

COMENTARIO DE TEXTO C

Para comentar la próxima semana en clase.

El amateurismo puro nunca existió en el deporte desde su conversión a espectáculo. No postulo la reivindicación del amateurismo en el fútbol, puesto que sería utópico y ocioso hacerlo. El deporte siempre tuvo –en condición de espectáculo– un objetivo material en el ánimo de sus protagonistas. En forma de dinero, de trabajo, de distintos beneficios en su convivencia social, máxime cuando toda comunidad suele ser gustosa de tener ídolos y proteger a sus héroes. Esto ocurre desde hace siglos.
El hecho profesional en el deporte no escandaliza ni es en sí mismo un factor negativo. Incluso puede ser muy positivo y hasta muy educacional.
Pero si el fútbol profesional no rectifica el monto del dinero que pone en juego, puede darse por inevitable su cesantía universal como juego seductor de masas. No puede seducir lo que carece de alegría. El fútbol ha matado su alegría para dar paso a la afirmación de su “seriedad” e importancia comercial. No puede sonreír quien está angustiado; no puede hacer sonreír a otros quien no está en estado de ánimo de sonreír, puesto que lo absorbe la angustia…de lo serio que está jugando, valga la contradicción tan propia del fútbol en su actualizada manera de jugarse.
No es un problema el que muchos ganen “demasiado”.
Es un problema que haya demasiados que se están angustiando demasiado con lo demasiado que pueden perder de ganar en demasía.
¿Cómo reimplantar un “ánimo de juego” en el jugador?
Esencialmente, estableciendo la prioridad de reducir la circulación del dinero en el fútbol.
No postulo un profesionalismo pobre.
Tampoco un profesionalismo con jugadores mal pagados.
Solamente pagar bien para que se juegue al fútbol, que quiere decir pagar lo que el fútbol recauda y nada más.
Pero no pagar las exageraciones capaces de convertir al jugador de fútbol en angustiado comerciante de sus pies.

Fútbol, dinámica de lo impensado, Dante Panzeri, 1967 (Ed. Capitán Swing)

jueves, 28 de enero de 2016

El caballero de la triste figura

La noticia que he comentado hoy sobre Cervantes y su aún, no solo no iniciado sino, ni siquiera programado cuarto centenario.
Y un enlace al libro que he comentado en la clase de Ciencias: Teoría King Kong de Virginie Despentes. Pero, vamos, lo podéis comprar, que es muy barato y se lee mejor. Empieza así:

Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro.


Y una noticia que recoge otras campañas contra la discriminación sexual. Y otra. Y el vídeo que comenté de la acción contra una campaña publicitaria de unas ópticas.
Ya me contaréis.

miércoles, 27 de enero de 2016

Edward Bernays,

Aquí os pincho el enlace a la primera parte del documental sobre el sobrino de Freud y los orígenes de la publicidad. EL SIGLO DEL YO. Otro "texto" que tiene que ver con el yo, como la entrada del Comité Invisible y el artículo de Millás.
Salud

martes, 26 de enero de 2016

Ironía, sarcasmo y sátira

Tiro de Wikipedia, pero creo que con las definiciones que se dan ahí basta para extraer las diferencias entre estos tres conceptos bastante cercanos. Los artículos son más extensos pero he recortado las partes que nos interesan.

La ironía (del griego εἰρωνεία 'eirōneía': disimulo o ignorancia fingida) es una figura literaria mediante la que se da a entender algo muy distinto, o incluso lo contrario de lo que se dice o escribe. Ironía, procede del sustantivo griego εἰρωνείa eironeia = "disimulo, ignorancia fingida". En griego, este sustantivo es un deverbativo de εἰρωνεύομαι "hacerse el ignorante", que a su vez procede de εἴρων "eiron" = "disimulado, que disimula". En general el emisor (el creador del mensaje con contenido irónico) espera que el receptor perciba el valor irónico del mensaje sin necesidad de indicaciones explícitas porque cuenta con que éste detecte la oposición entre el mensaje aparente y el que se pretende transmitir por compartir implícitamente una serie de valores o conocimientos.

El sarcasmo es una burla mordaz con la que se pretende dar a entender lo contrario o manifestar desagrado. El término también se refiere a la figura retórica que consiste en emplear esta especie de ironía. El sarcasmo es una crítica indirecta, pero la mayoría de las veces expuesta de forma evidente. [...] El término 'sarcasmo' proviene del latínsarcasmus’ y éste a su vez del término griego ‘σαρκασμός’ (‘sarkasmós’). Es una sustantivación del verbo ‘σαρκάζειν’ (‘sarkázein’, 'morder los labios'), derivado del sustantivo σάρξ (sarks, 'carne').2 El significado literal sería ‘morderse los labios’.

La sátira es un género literario que expresa indignación hacia alguien o algo, con propósito moralizador, lúdico o meramente burlesco. Se puede escribir en prosa , verso o alternando ambas formas (sátira menipea). [...] Estrictamente la sátira es un género literario, pero también es un recurso que encontramos en las artes gráficas y escénicas. En la sátira los vicios individuales o colectivos, las locuras, los abusos o las deficiencias se ponen de manifiesto por medio de la ridiculización, la farsa, la ironía y otros métodos; ideados todos ellos para lograr una mejora de la sociedad. [...] Es muy común, casi definiendo su esencia, que la sátira esté fuertemente impregnada de ironía y sarcasmo; además la parodia, la burla, la exageración, las comparaciones, las yuxtaposiciones, la analogía y las dobleces son usados de manera frecuente en el discurso y la escritura satírica.

comité invisible

Relacionado con el artículo que estamos comentando de Juan José Millás:


Primer círculo “I AM WHAT I AM”. Fragmento de La insurrección que viene

Nota: La insurrección que viene es un ensayo francés escrito por El Comité Invisible, y publicado en el año 2007. Como los mismos autores dicen: “Este 
libro
 está 
firmado 
por 
un
 colectivo
 imaginario.
 Sus 
redactores
 no
 son
 los
 autores.
 Se
 han 
contentado 
con
 poner
 un
 poco 
de
 orden 
en
 los
 lugares 
comunes
 de 
la época,
 en
 lo
 que 
se 
murmura 
en
 las 
mesas
 de
 los
 bares,
 tras
 las 
puertas
 cerradas 
de
 los
 dormitorios. 
No 
hacen
 sino
 fijar
 las
 verdades
 necesarias,
 aquellas
 por
 las
 que
 el
 rechazo
 universal
 llena
 los 
hospitales
 psiquiátricos 
y
 las
 miradas
 pena.
”
Primer círculo
“I AM WHAT I AM”
“I AM WHAT I AM”. Esta es la última oferta del marketing al mundo, el último estadio de la evolución publicitaria, adelante, tan por delante de todas las exhortaciones a ser diferente, a ser uno‐mismo y a beber Pepsi. Decenas de conceptos para llegar ahí, a la pura tautología. YO=YO. Él corre sobre una cinta transportadora ante el espejo de su gimnasio. Ella regresa del curro al volante de su Smart. ¿Van a reunirse?
“JE SUIS CE QUE JE SUIS”. Mi cuerpo me pertenece. Yo soy mío, tú eres tuyo, y esto va mal. Personalización de la masa. Individualización de todas las condiciones de vida, de trabajo, de desgracia. Esquizofrenia difusa. Depresión rampante. Atomización en finas partículas paranoicas. Histerización del contacto. Cuanto más quiero ser Yo, más tengo el sentimiento de vacío. Cuanto más me exploto más me agoto. Cuanto más corro, más fatigado estoy. Yo tengo, tú tienes, nosotros tenemos nuestro Yo como una fastidiosa taquilla. Nos hemos convertido en representantes de nosotros mismos este extraño comercio, los garantes de una personalización que tiene todo el aire, al final, de una amputación. Nosotros garantizamos hasta la ruina con una torpeza más o menos disfrazada.
Mientras tanto, yo gestiono. La búsqueda de mi Yo, mi blog, mi apartamento, las últimas tonterías de la moda, las historias de pareja, de culos… ¡aquello que fabrica las prótesis necesarias para tener un Yo! Si “la sociedad” no se hubiera convertido en esta abstracción definitiva, designaría el conjunto de los apoyos existenciales que se me tienden para permitirme ir tirando todavía, el conjunto de las dependencias que he contratado al precio de mi identidad. El minusválido es el modelo de la ciudadanía que viene. No deja de ser premonitorio que las asociaciones que le explotan reivindiquen para él, el (papel de) “regresado a la existencia”.
La conminación, por todas partes, a “ser alguien” mantiene el estado patológico que hace necesaria esta sociedad. La conminación a ser fuerte produce la debilidad por la que se mantiene, hasta el punto de que todo parece tomar un aspecto terapéutico, igual trabajar que amar. Todos los “¿qué tal?” que se intercambian a lo largo de un día suenan a otras tantas tomas de temperatura que, en una sociedad de pacientes, se administran unos a otros. La sociabilidad actual está hecha de mil pequeños nichos, de mil pequeños refugios donde se está caliente. Donde siempre se está mejor que en el gran frío de afuera. Donde todo es falso, pues no es más que un pretexto para calentarse. Donde nada puede surgir porque estar ahí es estar sordamente ocupados en tiritar todos juntos. Esta sociedad pronto no se soportará sino por la tendencia de todos sus átomos sociales hacia una ilusoria curación. Es una central que obtiene su potencial de una gigantesca retención de lágrimas siempre a punto de derramarse.
“I AM WHAT I AM”. Nunca la dominación ha encontrado una palabra de orden más insospechada. El mantenimiento del Yo en un estado de semi‐ruina permanente, en un medio‐desfallecimiento crónico es el secreto mejor guardado del actual orden de las cosas. El Yo débil, deprimido, autocrítico, virtual es esencialmente este sujeto indefinidamente adaptable que precisa una producción basada en la innovación, la acelerada obsolescencia de las tecnologías, el constante cambio de las normas sociales, la flexibilidad generalizada. Es a la vez, el consumidor más voraz y, paradójicamente, el Yo más productivo, el que se arrojará con la mayor energía y avidez sobre el menor proyecto, para regresar más tarde a su estado larvario original.
“CE QUE JE SUIS”, ¿entonces? Atravesado desde la infancia por los flujos de leche, de olores, de historias, de sonidos, de afectos, de comptines (canciones infantiles), de sustancias, de gestos, de ideas, de impresiones, de miradas, de cantos y de comida. ¿Esto es lo que soy? Atado completamente a los lugares, los sufrimientos, los ancestros, los amigos, los amores, los acontecimientos, las lenguas, los recuerdos, a toda clase de cosas que, evidentemente, no son yo. Todo lo que me ata al mundo, todos los vínculos que me constituyen, todas las fuerzas que me habitan no tejen una identidad, como la que se me incita a blandir, sino una existencia, singular, común, viviente y en la que emerge en algunas partes, en algunos momentos eso que llamo “yo”. Nuestro sentimiento de inconsistencia no es sino el efecto de esta tonta creencia en la permanencia del Yo, y del escaso cuidado que ponemos en aquello que nos produce.
Da vértigo ver presidir así sobre un rascacielos de Shangai el “I AM WHAT I AM” de Reebok. Occidente anticipa por todas partes, como su caballo de Troya favorito, esta agotadora antinomia entre Yo y el mundo, el individuo y el grupo, entre adhesión y libertad. La libertad no es el gesto de deshacernos de nuestros apegos, sino la capacidad práctica de operar sobre ellos, moverse en ellos, establecerles o zanjarles. La familia no existe como familia, es decir, como infierno, sino para el que ha renunciado a falsificar los mecanismos debilitadores o no sabe como hacerlo. La libertad de desgarrarse siempre ha sido el fantasma de la libertad. No nos liberamos de aquello que nos traba sin perder al mismo tiempo aquello sobre lo que nuestras fuerzas podrían actuar.
“I AM WHAT I AM”, pues, no una simple mentira, una simple campaña de publicidad, sino una campaña militar, un grito de guerra dirigido contra todo lo que hay entre los seres, contra todo lo que circula indistintamente, todo lo que une invisiblemente, todo lo que obstaculiza la perfecta desolación, contra todo lo que hace que existamos y que el mundo no tenga por todas partes el aspecto de una autopista, de un parque de atracciones o de una nueva ciudad: puro aburrimiento, sin pasión y bien ordenado, espacio vacío, helado, por donde no transitan más que los cuerpos matriculados, las moléculas automóviles y las mercancías ideales.
Francia no es la patria de los ansiolíticos, el paraíso de los antidepresivos, la Meca de la neurosis sin ser simultáneamente el campeón europeo de la productividad horaria. La enfermedad, la fatiga, la depresión pueden ser tomadas como los síntomas de lo que es necesario curar. Entonces trabajan para el mantenimiento del orden existente, para mi dócil adaptación a las normas débiles, para la modernización de mis apoyos. Ocultan, dentro de mí, la selección de las inclinaciones oportunas, conformes, productivas y aquellas en las que se necesite aceptar tranquilamente la pérdida. “Es preciso saber cambiar, tú sabes.” Pero, tomados como hechos, mis carencias también pueden contribuir al desmantelamiento de la hipótesis del Yo. Se convierten en actos de resistencia en la guerra que se libra. Se vuelven rebelión y centro de energía contra todo lo que conspira para normalizarnos, para amputarnos. El Yo no es quien está en crisis en nosotros, sino la forma con que se busca imprimirlo en nosotros. Se quiere hacer de nosotros unos Yo claramente delimitados, separados, clasificables y censables por cualidades, en resumen: controlables, cuando somos criaturas entre las criaturas, singularidades entre nuestros semejantes, carne viva tejiendo la carne del mundo. Contrariamente a lo que se nos repite desde la infancia, la inteligencia, no consiste en saber adaptarse o si esto es una inteligencia, es la de los esclavos. Nuestra inadaptación, nuestra fatiga no son problemas más que desde el punto de vista de quien nos quiere someter. Siempre señalan un punto de partida, un punto de confluencia para complicidades inéditas. Evidencian un paisaje de otro modo más deteriorado, pero infinitamente más repartible que todas las fantasmagorías que esta sociedad mantiene sobre sus cuentas.
No estamos deprimidos, estamos en huelga. Para quien rechaza gestionarse, la “depresión” no es un estado, sino un pasaje, un hasta luego, un paso al lado hacia una desafiliación política. A partir de ahí, no queda otra conciliación más que la médica y la policial. Para ello está bien que esta sociedad no tema imponer el Ritaline a sus niños más despiertos, inicie a cualquiera en las dependencias farmacéuticas y pretenda detectar desde los tres años los “problemas de comportamiento”. Porque es la hipótesis del Yo la que se agrieta por todas partes.

domingo, 17 de enero de 2016

Sufragistas / Suffragette

Os enlazo a un artículo de Rosa Montero sobre una película en cartel (no me gusta hacer publicidad pero quizá esta lo merece), que a mí también me ha gustado mucho.

Nota —prescindible— sobre el título (que, en español, es confuso): La palabra española sufragistas no recoge el matiz semántico que en inglés diferencia suffragists, aquellas mujeres (y hombres) que lucharon por el sufragio universal de manera pacífica, y las suffragette, las militantes que sobre todo en Gran Bretaña decidieron emprender acciones más radicales para conseguir sus objetivos. El movimiento de las suffragette era interclasista: su principal líder, Emmeline Pankhurst, era la esposa de un abogado acomodado, mientras que multitud de mujeres de clase obrera formaban sus bases. A la segunda acepción de sufragistas está dedicada esta cinta británica que pretende reivindicar un movimiento injustamente olvidado en el cine comercial.

viernes, 15 de enero de 2016

TEXTO B (comentario de texto)

Yo soy el que soy
Si hemos entendido bien el anuncio lanzado estos días por Coca-Cola a toda página, resulta que Coca-Cola no es Coca-Cola, de ahí que carezca de responsabilidades en los despidos que Coca-Cola pretendía llevar a cabo en algunas de sus plantas embotelladoras. Jamás se nos pasó por la cabeza, la verdad, que Coca-Cola no fuera Coca-Cola. Nunca el capitalismo indefinido se había expresado con esta claridad. Pero tal es el quid de la cuestión. Las grandes marcas, sin dejar de ser ellas, podrán no serlo en el futuro cuando las circunstancias así lo requieran. Es como si yo, que soy Juan José Millás, dejara de serlo cuando me pillaran atracando una mercería. Tras la acusación policial, lanzaría un comunicado de siete u ocho puntos explicando a la opinión pública que Juan José Millás no es Juan José Millás. Pidan ustedes responsabilidades por el atraco a la planta embotelladora de Juan José Millás.
Ahora bien, mucho me temo que esta nueva modalidad de existencia consistente en ser y no ser al mismo tiempo quedará reservada para las grandes fortunas. Las clases medias no dispondremos de medios para el alquiler de avatares que nos hagan el trabajo sucio. Si usted necesita romper con su cónyuge tendrá que hacerlo sin intermediarios. No le será posible ser sustituido por una planta embotelladora contratada para estos fines. No podrá solicitar el divorcio asegurando que usted, Francisco López García, por poner un ejemplo, no es Francisco López García en el momento de la ruptura. “Yo soy el que soy”, le dijo Dios a Moisés. Esta frase posee una carga semántica de tal naturaleza que ha recorrido los siglos siendo objeto de multitud de interpretaciones. Nadie había sido capaz de superarla. Nadie, excepto Coca-Cola, que al decir “Yo soy la que no soy”, ha colocado el listón en un lugar imposible de superar incluso para Dios.
Juan José Millás (El País, 21 de febrero de 2014)

jueves, 7 de enero de 2016

Una historia vieja que sigue vigente









«Dícese ¡oh Pirro! que los Romanos son guerreros e imperan a muchas naciones belicosas; por tanto, si Dios nos concediese sujetarlos, ¿qué fruto sacaríamos de esta victoria?» Y que Pirro le respondió: «Preguntas ¡oh Cineas! una cosa bien manifiesta, porque, vencidos los Romanos, ya no nos quedaba allí ciudad ninguna, ni bárbara ni griega, que pueda oponérsenos, sino que inmediatamente seremos dueños de toda Italia, cuya extensión, fuerza y poder menos pueden ocultársete a ti que a ningún otro.» Detúvose un poco Cineas y luego continuó: «Bien, y, tomada la Italia ¡oh rey!, ¿qué haremos?» Y Pirro, que todavía no echaba de ver adónde iba a parar, «Allí cerca —le dijo— nos alarga las manos la Sicilia, isla rica, muy poblada y fácil de tomar, porque todo en ella es sedición, anarquía de las ciudades e imprudencia de los demagogos desde que faltó Agátocles.» «Tiene bastante probabilidad lo que propones —contestó Cineas—; ¿pero será ya el término de nuestra expedición tomar la Sicilia?» «Dios nos dé vencer y triunfar —dijo Pirro—, que tendremos mucho adelantado para mayores empresas; porque ¿quién podría no pensar después en el África y en Cartago, que no ofrecería dificultad, pues que Agátocles, siendo un fugitivo de Siracusa y habiéndose dirigido a ella ocultamente con muy pocas naves, estuvo casi en nada el que la tomase? Y dueños de todo lo referido, ¿podría haber alguna duda en que nadie opondrá resistencia, de los enemigos que ahora nos insultan?» «Ninguna —replicó Cineas—; sino que es muy claro que con facilidad se recobrará la Macedonia y se dará la ley a Grecia con semejantes fuerzas; pero después que todo nos esté, sujeto, ¿qué haremos?» Entonces Pirro, echándose a reír, «Descansaremos largamente —le dijo—, y pasando, la vida en continuos festines y en mutuos coloquios, nos holgaremos». Después que Cineas trajo a Pirro a este punto de la conversación, «¿Pues quién nos estorba —le dijo—, si queremos, el que desde ahora gocemos de esos festines y coloquios, supuesto que tenemos sin afán esas mismas cosas a que habremos de llegar entre sangre y entre muchos y grandes trabajos y peligros, haciendo y padeciendo innumerables males?»


                    Plutarco, Vidas paralelas (año 100 aproximadamente)