COMENTARIO DE TEXTO 1
1. Haga un comentario de texto del fragmento que
se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema
del texto (0,5 puntos); b) detalle sus características
lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos); c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).
2. Redacte
un resumen del contenido del texto. (1 punto)
Uno de
los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas.
Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los
campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había
subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se
daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por
completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su
visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una
excursión a lo más empingorotado. En la provincia, cuya capital era Vetusta,
abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los
más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto
andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de
fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de
fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De
Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus
pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como
infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus
ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba,
eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre
que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus ojos dardos. En
Vetusta no podía saciar esta pasión; tenía que contentarse con subir algunas
veces a la torre de la catedral. [...] Vetusta era su pasión y su presa.
Mientras los demás le tenían por sabio teólogo, filósofo y jurisconsulto, él
estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta. La conocía palmo a palmo, por
dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones
de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de
la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo
quiere estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no
aplicaba el escalpelo, sino el trinchante. [...] Don Fermín contemplaba la
ciudad. Era una presa que le disputaban, pero que acabaría de devorar él solo.
¡Qué! ¿También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo. Lo
había ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios? También al Magistral se le
subía la altura a la cabeza; también él veía a los vetustenses como
escarabajos; sus viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los
vanidosos ciudadanos palacios y eran madrigueras, cuevas, montones de tierra,
labor de topo... ¿Qué habían hecho los dueños de aquellos palacios viejos y
arruinados de la Encimada que él tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho?
Heredar. ¿Y él? ¿Qué había hecho él? Conquistar.
[Leopoldo Alas ´Clarín´, La Regenta, capítulo I]
El tema del texto es
la descripción del carácter[1] de Fermín de
Pas, uno de los personajes protagonistas del libro. Una persona ambiciosa,
controladora, a la que le gusta subir a lo más alto para observar a sus
paisanos, a los que considera sus presas. Constantemente se describen las
acciones que realiza el personaje —sobre todo las relacionadas con subir a las
alturas— pero como metáforas o parábolas de su personalidad y del medio
ambiente —Vetusta— en el que se desarrolla la novela de Clarín.
El mismo contraste se
establece entre las pasiones («intensos placeres», «gula», «anatomía», «fisiólogo»,
«devorar», «gastrónomo», lo corporal del ejercicio físico de ascender a lo más
alto) y lo espiritual («por el alma», «espíritu altanero»…), de modo que se da
una constante dicotomía —a veces escindida, a veces unívoca— entre lo
psicológico y lo material, en la que las más de las veces triunfa lo segundo.
El texto se podría resumir
como la descripción de uno de los pasatiempos preferidos del personaje Fermín
de Pas: sus paseos por los lugares más altos que encuentra, y cómo ese
ejercicio físico sirve de trasunto para explicar cómo es y lo que piensa de
Vestusta y sus habitantes.
En cuanto a las características
más sobresalientes, el uso de preguntas retóricas al final del fragmento se
emplea para explicitar el uso del estilo libre indirecto: desde la exclamación
«¡Qué!» (línea 25) hasta el final se confunde si el que sigue hablando es el
narrador o el propio Fermín de Pas, porque parece que estamos dentro de su
mente. Este recurso se acentúa en las tres preguntas de la última línea, que
son claramente enfáticas y reproducen el estilo oral.
El texto está escrito en
tercera persona, y se trata de un narrador omnisciente que sabe que el
personaje ha estado en varios países (línea 3) o nos cuenta lo que piensa el
Magistral; esta omnisciencia se difumina en los fragmentos de estilo indirecto
libre donde no sabemos si habla el narrador o el propio de Pas.
OPINIÓN CRÍTICA
De alguna forma, en el texto se contraponen dos modos
de ver el mundo: el del Antiguo Régimen, en el que el orden social viene dado
por herencia y pertenece a las clases privilegiadas, y el nuevo régimen, en el
que el ascenso social viene propiciado por la ambición y el individualismo: se
trata del modelo social capitalista que triunfaría en el siglo XX y que todavía
padecemos en la actualidad; sin embargo, con una característica muy española,
que consiste en que en este ejemplo, el “emprendedor” es un clérigo, lo que
mezcla de forma inusitada el materialismo propio de este sistema económico con
la espiritualidad católica arraigada en nuestras tierras.
COMENTARIO DE TEXTO 2
Hemos de tratar ahora el elemento ambiental
que más suele influir en la vida de los hombres, incluso en la vida pública de los políticos:
de su hogar. Hay
hombres virtualmente sin hogar, y en ellos la influencia del medio se reduce al ambiente social, que no es
nunca, ni aun en las épocas más favorables de la Historia, austero; y por ello,
estos hombres propenden a la frivolidad y
a la falta de espíritu de sacrificio y de rectitud moral. Hay otros seres
humanos que viven en un hogar
hostil; en ellos esta influencia adquiere carácter reaccional y
propenden a la misantropía, al escepticismo y a todas las formas sociales de
resentimiento; para ellos, todas las mujeres
son como la propia mujer, necia o casquivana; o todos los hombres como el marido, egoísta y brutal; la sociedad entera, pura ficción, como lo es la familia en que viven, hervidero de pasiones y no
remanso de paz. Finalmente, hay otros hombres
que llegan a su madurez en un hogar
favorable, en el que se aprende a juzgar a los demás hombres a través de los únicos sentimientos veraces y también a
través de los únicos sinsabores profundos: los que por no afectar a la vanidad,
sino directamente al alma, noblemente la modelan. De esta última categoría fue
el hogar del Conde-Duque, severo, recto y
pródigo en las dos eficaces influencias
—los hondos afectos y las desgracias entrañables— que tanto influyeron en su vida y que importa dar a
conocer. (Gregorio Marañón, El
Conde-Duque de Olivares, 1936)
CUESTIONES
1. Haga un comentario de texto del fragmento que
se propone contestando a las preguntas siguientes: a) Enuncie el tema
del texto (0,5 puntos); b) detalle sus características
lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos); c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).
2. Redacte
un resumen del contenido del texto. (1 punto)
3. Elabore
un texto argumentativo a favor o en contra de la influencia de los padres en la
elección de la profesión de sus hijos. (1,5 puntos)
El tema de este texto es la influencia del medio
social, fundamentalmente el hogar, a la hora de conformar el carácter. Cómo,
dependiendo del ámbito familiar en el que se educa la persona, se va formando
la personalidad. El texto se concreta en el caso particular del Conde-Duque de
Olivares, al que está dedicada la obra de la que se ha extractado este fragmento.
La intención del autor, una vez explicada esta
casuística, es «dar a conocer» esta influencia en el caso particular del
personaje histórico del siglo XVII. Gregorio Marañón plantea tres hipótesis: en
primer lugar, la de las personas sin hogar, que «propenden a la frivolidad» y
falta de rectitud; las que se crían en hogares hostiles, que suelen ser
resentidos y escépticos; y las que se forman en un hogar tranquilo, que da
lugar a personas nobles, a la que pertenecería el Conde-Duque.
Por tanto, el planteamiento del autor del texto es
expositivo: quiere dar a conocer la biografía de este político y para ello
analiza su educación familiar y hace un análisis, como hemos señalado antes, de
los distintos tipos de hogar. La estructura del texto es claramente deductiva
puesto que plantea la idea que va a desarrollar en las dos primeras líneas, y
luego la desarrolla en las doce siguientes líneas: la primera categoría (sin
hogar) en las líneas 2-5, la segunda (hogar hostil) de la 6 a la 11, y la
última categoría (hogar tranquilo) de la 11 a la 14. Las tres últimas le sirven
para concretar el caso en el personaje del que quiere hablar.
Los verbos del texto, aparte de los que están en
forma impersonal con el verbo «haber», aparecen en 3ª persona de plural (el
sujeto es la forma «ellos» que remite a «los hombres») y predominan los
presentes atemporales, universalmente válidos para la formulación expositiva
que está llevando a cabo Gregorio Marañón. Hay dos formas verbales que se salen
de este esquema: la primera que está en 1ª persona de plural inclusivo: trata
de acercar al receptor a los supuestos que va a desarrollar después el
pensador, y tiene además un matiz de obligación impuesto quizá por lo que se
presupone en un libro de historia, como es este (texto humanístico por tanto, o
literario ensayístico). Y la última forma: «importa dar a conocer», que de
nuevo tiene un matiz de obligación, en este caso se trata de una obligación
impersonal, que adelanta el contenido de las siguientes páginas.
[1] Pero en la línea naturalista
que pide otra escritora de la misma época, Emilia Pardo Bazán: «déjense de
decir cómo es [el personaje] y
expresen simplemente lo que hace».
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