miércoles, 26 de febrero de 2014

Ha muerto Paco de Lucía

Aquí un enlace a la noticia:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/26/actualidad/1393402092_307878.html
Y a algunos de sus vídeos:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/26/actualidad/1393404782_621517.html

Para el texto argumentativo sobre OPERACIÓN PALACE

Contar mentiras

La mayor ridiculez estriba en sostener que no se puede bromear con el 23-F porque esa noche los españoles se jugaron las libertades. Precisamente el falso documental se caracteriza por carecer de límites


Más interesante que hablar del falso documental de Jordi Évole sobre la intentona de golpe del 23-F, sería hablar sobre las reacciones que ha generado. La urgencia opinativa, que es el elemento principal de las redes sociales, tiene la virtud de la inmediatez, pero el defecto de la irreflexión. Y una opinión, para ser útil, tendría que venir algo macerada. Las redes sociales son estupendas para transmitir situaciones, sucesos, pero no para analizar sus consecuencias. Gran parte de la indignación que provocó Operación Palace proviene de quienes se sintieron víctimas de un engaño. Con el tiempo, celebrarán la emisión, puesto que fueron sus espectadores ideales.
La mayor ridiculez estriba en sostener que no se puede bromear con el 23-F porque esa noche los españoles se jugaron las libertades. Precisamente el falso documental, como el chiste, son géneros que, te gusten o no, se caracterizan por carecer de límites. Quien les exige esos límites pervierte su función y se convierte en un censor. Se le puede reprochar al programa que no fuera más brillante en la elaboración de su mentira, que levantara un aparato de falsedad más indescifrable, pero sostener que Évole pierde para el futuro la credibilidad periodística es tan disparatado como acusar de malos padres a quienes cantamos aquel Vamos a contar mentiras, tralalá a nuestros hijos.
Al acabar el programa de Évole, Iker Jiménez dio voz en Cuatro a las habituales teorías conspirativas sobre el 23-F. Son legión quienes expresan sus reticencias con marchamo de periodismo serio, investigación profunda y análisis de señales tanto conscientes como subconscientes. Si alguien tiene ganas de tomarse en serio el 23-F debería indignarse por esa cantinela, habitual en cada aniversario del golpe, que crece y crece sin unos mínimos de rigor y bien lejos de la maravillosa salud mental que propone lo confesadamente falso. Sostener que José Luis Garci puso en escena el asalto al Parlamento en 1981 y que por ello fue premiado con el Oscar dos años después, y no en 1982 como sostiene Wikipedia en otro de sus miles de errores, es un guiño a la construcción de nuestro país, infinitamente más ambicioso que todas las reacciones airadas, las apropiaciones de la verdad y las versiones iluminadas que llevamos 33 años padeciendo.

domingo, 9 de febrero de 2014

Artículo sobre Antonio Machado en El País


Machado vive aún en Madrid
El poeta, muerto en el exilio hace 75 años, residió aquí más de 30 años, amó a Guiomar y escribió algunos de sus mejores versos
Rafael Fraguas Madrid 3 FEB 2014

Retrato de Antonio Machado en el café de Las Salesas. / Alfonso

Cuando se cumplen 75 años de la muerte en el exilio de Antonio Machado, Madrid, la ciudad donde el poeta sevillano viviera su adolescencia, su juventud e intensos periodos de su madurez, conserva la estela de su presencia en algunos hitos que evocan su memoria. Uno de ellos es el busto que le dedicara la Biblioteca Nacional, copia de una obra del escultor Pablo Serrano, que cabe contemplar hoy sobre una peana en el jardín del suntuoso edificio del paseo de Recoletos. Otro hito importante es el de la estación de metro que lleva su nombre en la línea 7, que conecta Pitis con San Fernando de Henares. Hoy mismo, medio centenar de poetas asentados en Madrid, desde Rafael Soler, Alberto Infante a Pablo Méndez, preparan un homenaje magno para el 22 de febrero, con arranque en Segovia, mientras en numerosos centros culturales, desde el Ateneo hasta la Unesco, se han programado recitales poéticos y conferencias para evocar su memoria.
Antonio Machado Ruiz había nacido en el palacio de las Dueñas de Sevilla en 1875, hijo de Ana Ruiz y de Antonio Machado Álvarez, librepensador, estudioso del folclore andaluz y amigo de los intelectuales Francisco Giner de los Ríos y del regeneracionista aragonés Joaquín Costa. En Sevilla, en un ambiente familiar de ideas progresistas, Antonio vivió una infancia feliz hasta el 8 de septiembre de1883, fecha del traslado a Madrid con su familia —cinco hermanos, tres chicos y dos chicas— paras instalarse en un piso de la calle de Claudio Coello, 16. El traslado acaecía después de que destinaran a su abuelo Antonio a una cátedra de Medicina de la Universidad Central de San Bernardo. Uno de sus primeros recuerdos de su adolescencia madrileña fue la asistencia del futuro poeta, junto a su padre, a un mitin pronunciado en el Retiro por Pablo Iglesias. «Parece que es verdad lo que ese hombre dice», escribiría Machado años después en La Vanguardia. Y añadía: «La voz de Pablo Iglesias tenía para mí la voz inconfundible —e indefinible— de la verdad humana». Ya de mozo, también en Madrid, surgió en el futuro poeta una afección por el teatro.
El joven dramaturgo, que colaboró en la hechura de algunas piezas teatrales junto con su hermano mayor y poeta, Manuel, fue alumno con él del Instituto San Isidro. Este histórico centro escolar madrileño, ya entonces tricentenario, conserva un bellísimo claustro barroco que aún cabe visitar en la calle de Toledo esquina a la de los Estudios y que Antonio Machado tantas veces recorriera. En él se hermanaría más allá del tiempo y del espacio con poetas y dramaturgos del Siglo de Oro como Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, que también cursaron enseñanzas en el viejo caserón que albergara el Colegio Imperial.
En la estela de Rubén Darío
Claustro del Instituto de San Isidro, donde dio clase Machado. / cristóbal manuel

El bachillerato del imberbe Antonio Machado, que proseguiría en el madrileño Instituto Cardenal Cisneros, en la calle de los Reyes, se vio interrumpido por la muerte de su padre, en 1893 y, tres años después, por la de su abuelo médico y catedrático tocayo suyo. Además de aquellos hechos, le alejó de los estudios un temprano viaje a París en 1899, junto a su hermano Manuel, si bien aquel periplo le permitiría conocer allí a Oscar Wilde, más adelante al poeta modernista nicaragüense, luego afincado en Madrid Rubén Darío, de gran influencia poética sobre su propia obra, y al escritor naturalista vasco Pío Baroja, en cuya casa madrileña de la calle de Ruiz de Alarcón, Machado, a su regreso a Madrid, le visitaría en ocasiones. No lejos de allí, en un palacete de la calle de Alfonso XII esquina a la de Juan de Mena, habitaría Rubén Darío durante alguna de sus largas estancias madrileñas como diplomático. Darío también residiría en la calle de Serrano, 23.
En el arranque del siglo XX, el cambio de domicilio de las familias de la clase media era extremadamente frecuente en Madrid. Así, los Machado y su numerosa prole —como han escrito los literatos José Montero Alonso y su hijo José Montero Padilla— vivieron en un plazo de dos décadas en numerosos domicilios distintos: entre otros, en las calles de Churruca, Fuencarral, Santa Engracia, Alcalá, 110 —número que ha desaparecido de la calle, que pasa del 108 al 114— y la inicial de Claudio Coello en el número 16, muy cerca del portal 25; precisamente en este edificio residieran tres décadas antes que los Machado Gustavo Adolfo Bécquer y, también, Emilia Pardo Bazán, así como en la aún conocida como calle Ancha de San Bernardo, donde se encontraba la Universidad Central en la que cursaría y culminaría la carrera de Filosofía.

Amistad con Lorca y Baroja, cartas con Unamuno
Fuente de los jardines de Moncloa donde Machado quedaba con su amada. / claudio Álvarez

Otro de los domicilios madrileños de Machado estaría en el arranque de la calle de General Arrando, en el número 4, donde figura una placa en su memoria; esta vía fue llamada tras la Guerra Civil y hasta la Transición, del General Goded, golpista alzado y se encuentra muy cerca de la plaza de Chamberí y no lejos de la calle de General Martínez Campos, donde tuvo su sede, hoy sustituida por un moderno edificio, la Institución Libre de Enseñanza. En dependencias de la Institución Antonio completaría sus estudios. De aquella época data su amistad con intelectuales como Federico García Lorca y la intensa correspondencia que mantuvo con Miguel de Unamuno.
Tras conocer en Soria a la jovencísima quinceañera Leonor Izquierdo y casarse con ella cuando él contaba 34 años, residen durante su luna de miel en la casa de Ana Ruiz, madre de Machado, en la Corredera Baja de San Pablo, 20. Previamente, el poeta frecuentaría numerosas tertulias de cafés como el llamado Fornos, en la calle de los Peligros, donde se hiciera famoso el perro Paco —que asistía a corridas de toros y a obras teatrales—. De igual modo, frecuentaba el café de Las Salesas, donde sería retratado por el renombrado fotógrafo Alfonso; también asistía o impartía conferencias en el Ateneo de la calle del Prado, que a la sazón bullía culturalmente entre una intensa e incesante actividad intelectual y política.
Calle de Corredera Baja de San Pablo, donde vivió Machado. / cristóbal manuel

Moncloa, un jardín para soñar
Sin embargo, el paraje con el que más se identificaría el poeta de cuantos en Madrid frecuentara fue el formado en torno a los jardines del palacio de La Moncloa, una antigua posesión del marqués del Carpio que databa del siglo XVII, enclavada sobre uno de los paisajes más amenos de cuantos la ciudad y sus alrededores poseen. Su enclave parece casar con el refinadísimo gusto del marqués, uno de los principales coleccionistas de arte de todos los tiempos. ¿Por qué Machado se identificó tanto con los jardines del palacio? Primero, porque entonces, 1932, eran jardines de aristócratas abiertos al público por las autoridades republicanas a los que la gente comenzaba a tener acceso. Y segundo, porque fue allí donde vivió las horas más intensas de su amorío con Pilar de Valderrama, la musa que bajo el nombre de Guiomar despejaría algunas de sus tribulaciones tras la muerte de la jovencísima Leonor Izquierdo Cuevas en Soria donde, como profesor de Francés, Machado había sido destinado. Fuentes, fuentecillas, pérgolas y vergeles de los jardines madrileños de La Moncloa dieron color y vida a aquel amor arrebatado hacia Guiomar, al que accedía Antonio desde otro de sus domicilios, en la avenida de la Reina Victoria, en Cuatro Caminos, donde tomaba un tranvía que hasta allí le llevaba.
Tras un destino en Baeza (Jaén) y otro muy fructífero en Segovia, que duraría 13 años, Antonio regresa a Madrid y en 1932 gana la cátedra de Francés en el Instituto Calderón de la Barca, entonces en el paseo de Areneros, hoy Alberto Aguilera, y en el Instituto Cervantes, con distintas secciones. En este instituto madrileño, donde Machado dio Francés, impartiría clases de Filosofía María Zambrano y de Dibujo, Daniel Vázquez Díaz.

Tertulias y cafés
Por las tertulias madrileñas, por los salones literarios y por los teatros y cines, estrechamente comprometido con la causa republicana, más si cabe cuando declinaba la posibilidad de victoria durante la guerra civil, desplegaría Antonio Machado su genio poético, bañado por la hermosura andaluza primero, herido luego por la sobria belleza castellana y por un amor siempre añorado, dolencias éstas que combatió con un verbo primero pinturero y modernista, al cabo íntimo y, a la postre, signado por el compromiso con la dolorida realidad social de la España de entonces.
Pese a haberse atrevido, como el enciclopedista Jean Jacques Rousseau, a “ser tildado de malo por haber osado creer que el ser humano es naturalmente bueno”, la saña ideológica del franquismo se cebaría con él: tras la Guerra Civil, Antonio Machado Ruiz, quizás el más alto poeta español contemporáneo, sería en 1939 expulsado post mortem de su cátedra madrileña. No sería rehabilitado en ella hasta 1981, ya en democracia.
Hoy, su cuerpo reposa exiliado en el cementerio de la localidad fronteriza francesa de Colliure, pero su nombre y su poesía —«honda palpitación del espíritu» la definió el antólogo José Montero— resuena en los frontis y los patios de escuelas madrileñas, donde su verbo sustantivo, bañado por la luz de los cielos altos de Castilla late aún en los corazones adolescentes.

viernes, 7 de febrero de 2014

Ejemplo de respuesta para la lectura crítica de LUCES DE BOHEMIA

Os transcribo una de las respuestas hecha por una de vuestras compañeras en el control de lectura del jueves pasado, para que veáis un ejemplo de cómo se puede realizar este ejercicio.

Luces de bohemia fue publicada por primera vez en 1920 en la revista España, y posteriormente en 1924 el autor introdujo tres escenas más y la editó en forma de libro. Valle-Inclán recoge técnicas y materiales modernistas y los combina para dar una visión muy crítica y desesperanzada de la España de entonces.
En cuanto a los personajes, algunos están inspirados en personas reales: por ejemplo, el protagonista Max está inspirado en Alejandro Sawa, un poeta que, al igual que su alter ego, muere ciego y pobre. Hay que destacar la aparición de Rubén Darío y del Marqués de Bradomín en el entierro de Max. Al primero se le llama "admirable" y, en mi opinión, el autor intenta crear un contraste entre un personaje real y modernista --el primero-- y otro tradicional y ficticio --el marqués--. Valle-Inclán extrae frases de otras obras clásicas, como por ejemplo en la escena II: "Mal Polonia recibe a un extranjero" de La vida es sueño de Calderón. O el diálogo que mantienen Rubén Darío, el Marqués y el sepulturero se asemeja al de Hamlet y el enterrador en la obra de Shakespeare. También el autor alude a hechos históricos, sobre todo referidos a la política y a lugares reales de Madrid, como el callejón del Gato, donde los espejos cóncavos deforman la realidad; es un reflejo real de lo que Valle quiere hacer con su obra.
Los personajes principales son Max Estrella y Don Latino de Hispalis, que a mi parecer se asemejan al ciego y a Lázaro de Tormes. Max, conocido como Mala Estrella, es un poeta ciego, pobre y lunático, que refleja la figura del bohemio. Don Latino es el lazarillo de Max: es un personaje cínico y desleal, o al menos así se nos muestra en la estafa de la librería o cuando abandona a Max moribundo y se lleva su cartera. Por otro lado, el autor nos muestra la personalidad contradictoria incluso en el protagonista cuando, aun considerando al ministro un canalla, acepta su dinero y ayuda. En mi opinión, es una forma de incrementar aún más la intención deformadora del ser humano. En Luces de bohemia aparecen un gran número de personajes (más de 50) que recuerdan a los de los sainetes madrileños. Valle los presenta animalizados y extravagantes, excepto a la madre del niño muerto y al preso anarquista, a quienes los trata con respeto.
La acción (la obra teatral se divide en quince escenas) transcurre en veinticuatro horas y sigue un orden circular: Max y Don Latino salen de la casa del ciego, recorren un tramo de Madrid, y regresan al portal donde Max muere; es como una bajada a los infiernos dantesca. El tema de la muerte está presente en la obra desde la escena I, con la invitación de Max al suicidio colectivo, y quizá anticipa el final trágico de Max y su familia. Se debe tener en cuenta el momento histórico que se vivía durante la época en que se escribe la obra, donde se sucedían numerosas revueltas sociales, manifestaciones y huelgas, además de la corrupción de los altos cargos y el periodismo comprado. Hay que destacar, sin duda, la escena del velatorio, ya que es donde más se refleja la técnica del esperpento y el humor negro, por la manera en que Soulinake se cerciora de la muerte de Max (la cerilla y el espejo; como si el milagro o la catalepsia todavía pudieran resucitar al mártir de la bohemia). 
Por último, las acotaciones llaman la atención por su cuidado estético, su estilo cinematográfico y por romper la unidad de tiempo de la obra, ya que a pesar de transcurrir en un día, evocan diferentes estaciones. Luces de bohemia se caracteriza por el empleo de numerosos registros lingüísticos (madrileñismos como "apoquinar" o "camelar", gitanismos como "lila" o "parné", etc.).
En mi opinión, el autor pretende marcar la distancia entre la sociedad y los bohemios; incomprendidos en esa época y de ahí que utilice la técnica del esperpento. El destino de los bohemios es trágico, están destinados al fracaso y a pesar de luchar por la libertad no consiguen más que el desastre (en este caso la muerte), incluso el título de la obra es algo irónico: "luces de bohemia". Los bohemios luchan por la libertad y la luz y solo consiguen sombras y fracaso.

jueves, 6 de febrero de 2014

Una anotación sobre la pregunta de los LIBROS DE LECTURA

Os escribo esta nota porque, leyendo los exámenes de Luces de bohemia, me he dado cuenta de que algunos/as no lo hacéis y es importante: Al empezar dicha pregunta, debéis señalar cuál es el libro que habéis leído de dicho periodo histórico, porque estas lecturas no son siempre las mismas y según el instituto varían. Como el corrector que os toque eso no lo sabe, es conveniente --por no decir obligatorio-- empezar citando el título y el autor del que vais a hablar. Generalmente, a lo largo de vuestra respuesta, se podrá deducir, pero es mejor que quede claro desde el principio.

Evidentemente, como yo no lo había avisado, este aspecto no descuenta nada en la evaluación que estoy haciendo de dichos exámenes (además yo sé perfectamente de qué libro estáis hablando), pero debéis tenerlo en cuenta para la PAU.

Alguna puntualización más sobre esta pregunta: conviene que habléis de varios aspectos y no solo de uno o dos. Por ejemplo, en el caso concreto de Luces de bohemia, muchos os extendéis demasiado en contar el argumento, la publicación o los personajes, y no habláis del estilo, del lenguaje o de la estructura. Es mejor tocar varios aspectos, aunque no los podáis desarrollar (por problemas de espacio), que centraros mucho en unos pocos. Debe notarse que abarcáis todo el conjunto y no solo algunas parcelas de la obra leída.

Y vuelvo a insistir en algo que sí que ya he dicho: poner ejemplos concretos, dar una verdadera opinión personal (¡vuestra!), relacionar la lectura con otras obras (no solo literarias) o con algún acontecimiento histórico, mejorará mucho vuestra respuesta.

Bueno, os deseo mucha suerte para mañana. Un saludo.