Alegría
Quienes se han negado a aceptar lo supuestamente inevitable empiezan a obtener victorias que son el triunfo de todos.
Los millonarios que invierten en Bolsa son los únicos españoles con
motivos para estar plenamente satisfechos. Lo sé, y sé que los grandes
problemas que nos amargan la vida desde hace años siguen siendo igual de
grandes, igual de problemáticos y amargos, pero hoy tengo ganas de
celebrar. Porque la voluntad suprema de esta crisis consiste en sembrar
desesperanza, indiferencia, pesimismo, y quienes se han negado a
acatarla empiezan a obtener sus propias victorias, que son el triunfo de
todos.
Un pleno de 50 jueces decidirá el destino de los seis hospitales que
el Gobierno de Ignacio González lleva demasiado tiempo intentando
privatizar por decreto sin haberlo logrado todavía. La mala noticia es
que el tema sigue en los tribunales, pero esa es, a la vez, la buena
noticia. Aunque no me fío de los jueces, me fío de los médicos, de la
admirable tenacidad de su lucha, del ejercicio de conciencia de quienes
resisten en Madrid y atienden a inmigrantes sin papeles en toda España.
Otro tribunal, en este caso europeo y de Derechos Humanos, ha suspendido
el desalojo de 43 personas en un edificio ocupado en Salt. La PAH, tan
admirable como los médicos objetores y aún más criminalizada por el
Gobierno, ha triunfado sobre el banco malo, apelativo que describe con
ejemplar contundencia su condición. Que la sentencia provenga de
Estrasburgo, pese a que nuestra Constitución reconoce la vivienda como
un derecho fundamental, es tan vergonzoso en sí mismo como alentador en
la medida en que crea un precedente. Ahora ya sabemos a quién recurrir.
Habrá quien diga que son victorias pequeñas, testimoniales, casi
pírricas, pero se equivocará. Ténganlo ustedes en cuenta el próximo
jueves, apoyen la huelga general de educación contra la ley Wert, y fabriquen un nuevo motivo para la alegría en la ilimitada desolación a la que pretenden abocarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario