Os copio un artículo de David Trueba (publicado en El País, hoy 13 de febrero) sobre un tema de actualidad:
Penas
El crimen sin sentido siempre existirá, no le sumen la mentira
La manipulación de las pasiones es el afán de la política.
Los márgenes parecen infinitos y los ciudadanos se enfervorizan día tras
día con la dulce tonada de esos flautines de Hamelín por más que los
toquen tipos siniestros, cafres, ineptos, irresponsables o,
sencillamente, desafinados. La última curva en la epopeya de nuestra
inocencia es la receptividad que ha encontrado en el Gobierno la
reclamación de familiares de víctimas de horrendos crímenes en favor de
una cadena perpetua revisable menos revisable y más perpetua que la
actual. La sociedad respalda este nuevo endurecimiento por evidente
solidaridad con el dolor de los inocentes. Pero el Gobierno ha
encontrado en esta comprensible petición la oportunidad para remodelar
la agenda de la opinión pública nacional. Tras semanas penosas donde el
barco presenta fugas de agua que anticipan el cercano naufragio, algún
genio de la mercadotecnia electoral ha desplegado velas a favor de
viento. Y funciona, vaya si funciona.
Los
españoles desean con honestidad que no vuelvan a repetirse los crímenes
que más nos han horrorizado en las últimas décadas. Quizá lo que
requeriría mejor análisis es encontrar las claves para reducirlos de
verdad. Puede que el anterior endurecimiento del Código Penal, también
elaborado a golpe de telediario en 2003, no haya traído los efectos
felices que se le presumieron, si no, no estaríamos aquí hablando de
esto. Se sabe con datos certeros que en los países donde el Estado
aplica la violencia y la reciprocidad contra los criminales, el número
de asesinatos en lugar de reducirse tiende a aumentar. En Norteamérica
padecen más crímenes las circunscripciones que mantienen la pena de
muerte que las que no la aplican. La explicación es sencilla, los seres
humanos tienden a imitar los comportamientos de las figuras paternas y
de las instituciones bajo las que viven.
Los españoles que aspiran a un plan satisfactorio para
reducir el número de asesinos y amenazas sociales, no tan grande como
les hacen creer cuando conviene, deberían exigir a los responsables
políticos que dejen de engañarlos con falsas soluciones. La mejor receta
para reducir el crimen es más gasto en educación, planes certeros para
atajar el machismo dominante que acaba con una niña o una mujer cada
semana en España, dotar de más medios a la psiquiatría estatal, luchar
contra la desigualdad de recursos, reparar las cotas crecientes de
marginalidad social y mejorar la atención de menores delincuentes y
presos convictos para que su paso por las instituciones de reforma y
castigo sea reparador. El crimen sin sentido siempre existirá, no le
sumen la mentira.
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