lunes, 22 de septiembre de 2014

INFORMES PIZZA

En este artículo se reflexiona sobre algunos aspectos de las pruebas académicas que se hacen en nuestras escuelas.

jueves, 15 de mayo de 2014

Más madera

Otro artículo sobre ¿política? que ha salido hoy en clase.
Cualquier duda que tengáis este fin de semana sobre el examen, podéis escribirme al mail.

miércoles, 7 de mayo de 2014

¿Para que sirve puntuar bien?

Creo haber hablado de la importancia de la sintaxis para saber/aprender puntuar bien. Conocer la organización y estructura de las oraciones ayuda a poner bien comas, puntos, paréntesis, etc.
Y prueba de ello es lo que está pasando con la Justicia. Aquí podéis leer un artículo al respecto.

Mañana os doy las notas: a 3ª hora tenemos clase los de Humanidades, y en el recreo a los de Ciencias, porque creo que tenéis examen de Filosofía, ¿no?

martes, 29 de abril de 2014

Política y poesía

Y una última columna (de ayer) publicada en el PAÍS por Almudena Grandes.

DESCATALOGADOS

Os cuelgo en este enlace un documental sobre el fin del libro en su era de papel, y la revolución al libro digital. El reportaje es muy americano pero hay reflexiones interesantes. Os puede servir para cerrar el tema 12, no para mañana, sino con vistas a la PAU.
Estaría bien hacer un debate sobre el tema, pero a ver si sacamos tiempo.
Ánimo, que queda poco: estudiad bien para el último examen que hacemos mañana y mucha suerte.

domingo, 27 de abril de 2014

Sobre Gabriel García Márquez

Un artículo de Félix de Azúa (uno de los poetas novísimos de los 70, que ahora se dedica más al ensayo) sobre Gabo. Desde cerca.

martes, 22 de abril de 2014

Un par de enlaces a textos periodísticos que me han parecido interesantes

El primero es un artículo de opinión sobre un juicio en marcha.
El segundo es una columna, también de Rosa Montero, como el que he colgado en la entrada anterior, titulado "El negro".

23 de ABRIL: DÍA del LIBRO

Bueno, mañana miércoles 23 de abril es el día del libro (fecha en que murieron Cervantes y Shakespeare, ambos en 1616). La semana pasada murió Gabriel García Márquez, otro grandísimo novelista latinoamericano (está en el tema que os mandé: tendréis que actualizarlo con la fecha de fallecimiento) y prácticamente un clásico de la Literatura ya en vida. Ganó el premio Nobel en 1988 y su novela más conocida es Cien años de soledad (hay una exposición en un rincón de la biblioteca sobre un episodio de este libro). Aprovechad para comprar los libros que tengáis en mente porque hay un 10% en librerías. Y además se celebra la Noche de los Libros, con cientos de actos literarios de todo tipo en Madrid y Leganés. Podéis consultar el programa en www.madrid.org/lanochedeloslibros

Además aprovecho para colgar un artículo publicado hoy en El País de Rosa Montero sobre la última premio Cervantes: Elena Poniatowska, a la que se le entregará el gallardón mañana en Alcalá de Henares, y después comenzará la lectura ininterrumpida del Quijote. La columna no solo habla del premio y de la premiada sino también de varias cuestiones de género con las que estoy muy de acuerdo.

Elena

A las mujeres se les exige todo, una excelencia global que jamás se demandaría en un varón


Mañana le darán el Cervantes a Elena Poniatowska. El premio lo han ganado ya 35 hombres; ella será la cuarta mujer. Tampoco hay más en el premio de la Crítica: tres mujeres contra 63 hombres; en cuanto a los Nacionales de Narrativa, en los 36 que hubo desde la Transición solo hay dos escritoras. Una cosecha ridícula y que no refleja la realidad. Hemos avanzado muchísimo en la demolición del sexismo, pero sigue habiendo profundos prejuicios machistas (que también padecemos las mujeres) que nos condenan a ser lo otro, lo ajeno, lo secundario. Ya se sabe que, si una autora escribe una novela protagonizada por una mujer, todos piensan que está hablando de mujeres; mientras que si un varón escribe una novela protagonizada por un hombre, todos piensan que está hablado del género humano. Cuando Elena ganó el Cervantes, oí decir a algunos que no les parecía bien por las posturas políticas de Poniatowska. Pero eso a los hombres no se les tiene en cuenta; por ejemplo, no se dijo de Gabo, cuya línea ideológica me pareció a veces disparatada, sin que ello mermara su altura colosal. Quiero decir que a las mujeres se les exige todo, una excelencia global que jamás se demandaría en un varón. Esto no es consciente; es una ceguera insidiosa que nos impide ver con normalidad a las mujeres. Por ejemplo: hace un par de meses hubo un manifiesto de mujeres contra la ley del aborto de Gallardón, con más de 1.500 firmas, muchas muy conocidas. Solo se publicó, con poca relevancia, en EL PAÍS digital. Un mes más tarde, un grupo de hombres apoyó ese manifiesto con 350 firmas. Les dieron una página entera, con foto, en EL PAÍS de papel. Ya ven, nosotras no valemos tanto, casi se diría que no existimos. Menos mal que, de cuando en cuando, se pone en pie una giganta como Elena. Lean su última novela, Leonora. Disfruten de su fuerza narrativa, de su prosa perfecta.

lunes, 21 de abril de 2014

Derecho a la privacidad

Hace unos días hicimos un comentario de texto sobre el artículo 18 de la Constitución española de 1978 en el que se garantizaba el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas. Este artículo, publicado hoy en www.publico.es, indaga en dicho tema, y habla de un escritor (novelista y poeta) ruso magnífico: Boris Pasternak, de la versión cinematográfica que hizo David Lean de su obra más conocida, Doctor Zhivago, y de su rodaje en España. Entre otras cosas.






La sovietización de EEUU2014

Vicenç Navarro (Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University)
No sé si usted, lector, ha leído la novela Doctor Zhivago, del novelista ruso Boris Pasternak, o visto la película basada en esta novela. Esta última se filmó, por cierto, en partes de la meseta castellana, en unas planicies de gran belleza que en invierno, con mucha nieve, recuerdan a los paisajes siberianos, donde precisamente parte de la novela tiene lugar. El rodaje de la película en la meseta castellana durante la dictadura fascista tuvo sus dificultades, puesto que en la película se filmaban momentos de la Revolución Bolchevique, con cantos de la Internacional y banderas rojas que alertaron a la Guardia Civil asentada en aquel territorio. Contaba Geraldine Chaplin (hija de Charles Chaplin y una de las actrices de la película) que la productora de la película tuvo que ir corriendo al cuartel indicando que era una simulación y no un ensayo general para la revolución española.
Cuando la novela, sobre la que se basa la película, se publicó en ruso, inmediatamente fue prohibida en aquel país por la censura del Estado soviético, pues la novela era una protesta frente al carácter totalizante de aquel régimen, que invadía todas las dimensiones del ser humano, sin permitir un espacio propio, personal, con intimidad y respeto a la persona. Los que vivimos la dictadura totalizante, fascista, que existió en nuestro país, conocemos y compartimos aquella queja y denuncia que hizo Pasternak. La dictadura fascista española permitía muy pocos espacios en la libertad individual y de decisión personal, estando todo normativizado y sancionado, desde la lengua (en Catalunya el idioma catalán fue reprimido) hasta el sexo, incluyendo todas las áreas del ser humano.
Con un acto que le honró, el Partido Comunista Italiano, PCI, una de las fuerzas de izquierda más poderosas en Europa, apoyó la publicación, en italiano, del libro de Pasternak. La casa editorial próxima al PCI, la editorial Feltrinelli, lo publicó, a pesar de la enorme presión de la Unión Soviética para que no lo hiciera. Esta historia es conocida, aunque no en España, pues la censura fascista no podía admitir que los comunistas italianos hicieran nada bueno. Y, es más, la protesta de Pasternak iba dirigida a todos los sistemas y dictaduras totalitarios, entre las cuales la española no tenía nada que envidiar a la soviética. De ahí que en España esta historia, entre muchas otras, no se conocía, y continúa sin conocerse.
Lo que es muy interesante es lo que está pasando ahora en EEUU. La desclasificación de los archivos de la agencia de inteligencia del gobierno federal de EEUU, la CIA, documenta una parte desconocida de esta historia, que delata lo que fue la Guerra Fría y la enorme importancia que jugó la lucha ideológica en aquel conflicto. Paralelamente a lo que estaba ocurriendo en Italia, bajo el liderazgo del PCI, había una campaña internacional, dirigida por la CIA (campaña que no estaba relacionada con la campaña del PCI), de utilización de aquel libro, todavía muy desconocido en el mundo occidental, para intentar movilizar a la población que vivía en la Unión Soviética frente al comportamiento tan intrusivo del Estado en la esfera privada de los ciudadanos, desacreditando, a su vez, a aquel régimen. La CIA tradujo el libro al ruso, lo publicó sin citar la fuente ni la editorial real, y lo distribuyó ampliamente. Es más, movilizó apoyos internacionales para el que era un desconocido escritor ruso, Boris Pasternak, convirtiéndolo en un nombre conocido en los círculos literarios y políticos occidentales, presionando también al Comité Nobel para que se le otorgara el Premio Nobel de Literatura, lo cual consiguió.
Lo que es muy interesante de documentos desclasificados (que ahora son ya accesibles) es leer la justificación que da la CIA para llevar a cabo dicha campaña. En este documento, el jefe de la división soviética de la CIA describe, en julio de 1958, las razones de por qué esta campaña de apoyo y promoción de Boris Pasternak es necesaria, acentuando que “el mensaje humanista de Pasternak [es] que toda persona tiene derecho a una vida privada”. Considera que la vigilancia del Estado al nivel de romper la intimidad es algo que debe combatirse. Lo que hace esta justificación, que utiliza la CIA, interesante y sumamente valiosa y aplicable hoy es que, como señala Paul Craig Roberts (que fue funcionario público del gobierno federal antes de ser periodista) en su excelente artículo “How the CIA Turned ‘Dr. Zhivago’ Into a Weapon”, Counterpunch (09.04.2014), del cual extraigo gran parte de los datos que utilizo en este artículo, esa argumentación es hoy incluso más válida en EEUU de lo que lo era en la Unión Soviética. Las prácticas de vigilancia del Estado sobre el ciudadano normal y corriente a través de la agencia de seguridad del gobierno federal de EEUU (la National Security Agency, NSA) son mucho más invasivas que las que desarrolló el Estado soviético. Según Paul Craig Roberts, la NSA recoge y guarda todo el correo, todas las transacciones con la tarjeta de crédito, todas las conversaciones telefónicas, cada búsqueda de Internet y otras informaciones de cada uno de los ciudadano de EEUU, concluyendo que cualquier ciudadano soviético tenía mucha más privacidad que la que tiene un ciudadano y residente hoy en EEUU. Y, añade Paul Craig Roberts, la sanción del Estado soviético a aquellos que denunciaban y documentaban la violación de derechos humanos, como el mismo Pasternak, eran mucho menos severas que las que el gobierno federal de EEUU ha impuesto a Bradley Manning, Julian Assange y Edward Snowden. Y, mientras tanto, los liberales, grandes valedores, en teoría, de la libertad, continúan tomando a la sociedad estadounidense y al Estado de EEUU como puntos de referencia, como guardianes de los derechos humanos y de la libertad. ¿Qué autoridad moral tiene el gobierno federal de EEUU para presentarse hoy como el gran defensor de la intimidad y de la dignidad personal, entre otros derechos humanos?

martes, 8 de abril de 2014

Columna

En este enlace podéis leer el artículo de Almudena Grandes sobre el papel del narrador versus el del historiador. Creo que hace una reflexión interesante para los temas de la novela que estamos dando.

lunes, 7 de abril de 2014

El poema de JOSÉ HIERRO que no recordaba hoy

Réquiem

Manuel del Río, natural
de España, ha fallecido el sábado
11 de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las 9.30 en St. Francis.

Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D’Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
—sobre las nubes— de las tierras
sumergidas ante Platón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia St. Francis.

Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero
el tallado en piedra o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá…

Réquiem aetérnam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D’Agostino, pastan toros
de España, Manuel, y las flores
(funeral de segunda,
caja que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín… Libérame Dómine
de morte aeterna…
Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel…

Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila. Dies irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa acá o allá,
sino sin gloria…

Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empapaban de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el universo.
Los velaban no en D’Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y de fantasía.

Él no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Libérame Dómine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dio su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas) Réquiem aetérnam.
Y en D’Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.

Réquiem aetérnam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey
.
Se dirá una misa cantada
por su alma.

Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente. Sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.

(Cuanto sé de mí, 1957)

jueves, 27 de marzo de 2014

Artículo de opinión

Calla, rico

A El Gran Wyoming le tocó asumir el papel por incomparecencia de los rivales y los huérfanos de información ácida y viva lo elevaron al nivel de los informativos serios


En Estados Unidos, el toque de rebato de la opinión más conservadora hizo fortuna en el canal Fox, expresión caudalosa y firme vigilante de los valores tradicionales. La catástrofe asociada a la guerra de Irak, lejos de servir para otra cosa que no fuera el enriquecimiento de ciertas empresas cercanas al poder, significó la pérdida de influencia y el fracaso del diseño de una estrategia global de defensa. Una fidelidad ciega, cuando está equivocada, perjudica más que ayuda. Para enfrentarse a ese chorreo informativo, el público joven recurrió a los programas de humor, que se fueron transformando en líneas de pensamiento y terminaron por consagrar a gente como Jon Stewart, Bill Maher o Stephen Colbert, que han marcado una tele irónica y crítica difícil de batir por la tribuna enfebrecida.
La velocidad de las redes sociales, que funciona como una máquina de agujerear la realidad hasta dejarla como un gruyer, amenazó las tribunas dominantes. En España, con un Gobierno conservador cuyo primer empeño fue controlar los medios públicos y rebajar su cariz informativo y crítico, permitido durante el zapaterismo, era cuestión de tiempo que un programa como El intermedio se convirtiera en un éxito incluso en un canal minoritario. A El Gran Wyoming le tocó asumir el papel por incomparecencia de los rivales y los huérfanos de información ácida y viva lo elevaron al nivel de los informativos serios. Su último éxito es un libro donde expresa posiciones en defensa de la protección social y la igualdad de oportunidades, contadas desde su persona real, más que desde el personaje que interpreta en la tele. La consagración le viene concedida por dos páginas en el periódico Abc dedicadas a detallar sus ingresos. La noticia no es que posea estupendos ahorros y rentas suculentas, algo probable en todo presentador de tele que lleve tres décadas de trabajo continuado en las pantallas, sino que se recurra a ese ataque para intentar desactivarlo. Prolonga la idea recurrente de que el rico y el famoso, si no es para exhibir su estatus envidiable, están mejor callados. Para ciertas mentalidades, solo hay una cosa más despreciable que el pobre y el marginado, con ese fracaso que supuestamente se han ganado a pulso, y es que alguien exitoso sostenga un discurso solidario.

jueves, 20 de marzo de 2014

Artículo sobre la ortografía de los móviles

En este ENLACE podéis leer un artículo extenso sobre la influencia de la escritura abreviada de los SMS entre los hablantes jóvenes.

EL MAGISTERIO ESPAÑOL
COLABORACIÓN
El 14 de abril de 1931 en Segovia
Por Antonio Machado

Era un hermoso día de sol. Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros llegaba, al fin, la segunda República Española. ¿Venía del brazo de la primavera? La canción infantil que yo cantar, o soñé que se cantaba en aquellas horas, lo decía de este modo:
La primavera ha venido —del brazo de un capitán.—Cantad, niñas, en coro: —¡Viva Fermín Galán!
Florecía la sangre de los héroes de Jaca, enterrados bajo las nieves del invierno, y el nombre abrileño del capitán muerto era evocado por la canción infantil como un fantasma de la primavera.
La primavera ha venidoy don Alfonso se va.Muchos duques lo acompañanhasta cerca de la mar.Las cigüeñas de las torresquisieran verlo embarcar.
Fue un día profundamente alegre —muchos que éramos viejos no recordábamos otro más alegre—, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños.
Mi amigo Antonio Ballesteros y yo izamos en el Ayuntamiento la bandera tricolor. Se cantó la Mar-sellesa; sonaron los compases del Himno de Riego. La Internacional no había sonado todavía. Era muy legítimo nuestro regocijo. La República había venido por sus cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones; todo un régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turbó la paz de aquellas horas.
La República salía de las urnas, acabada y perfecta como Minerva de la cabeza de Júpiter.
Así recuerdo yo el 14 de abril de 1931.
Desde aquel día, no sé si vivido o soñado, hasta el día de hoy, en que vivimos demasiado despiertos y nada soñadores, han transcurrido seis años repletos de realidades que pudieran estar en la memoria de todos. Sobre esos seis años escribirán los historiadores del porvenir muchos miles de páginas, algunas de las cuales acaso merecerán leerse. Entre tanto, yo los resumiría con unas pocas palabras. Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder, sin haberlo deseado, acaso, o sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir. Para estos hombres eran sagradas las más justas y legítimas aspiraciones del pueblo; contra ellas no se podía gobernar, porque el satisfacerlas era precisamente la más honda razón de ser todo gobierno. Y estos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes. Tal fue, a grandes rasgos, la segunda gloriosa República Española, que terminó a mi juicio, con la disolución de las Cortes Constituyentes. Destaquemos este claro nombre representativo: Manuel Azaña.
Vinieron después los días de laboriosa y pertinaz traición, dentro de casa. Aquellos hombres nobilísimos, republicanos y socialistas, habían interrumpido inge-nuamente toda una tradición de picarismo, y la inercia social tendía a restaurarla. Fueron más de dos años tan pobres de heroísmo en la vida burguesa como ricos en anécdotas sombrías. Un político nefasto, un verdadero monstruo de vileza, mixto de Judas Iscariote y caballo de Troya, tomó a su cargo vender —literalmente y a poco precio— a la República, el dar acogida en su vientre insondable a los peores enemigos del pueblo. A esto llamaban los hombres de aquellos días: ensanchar la base de la República. Destaquemos un nombre entre los viles, que los represente a todos: Alejandro Lerroux.
Pero la traición fracasó dentro de la casa, porque el pueblo, despierto y vigilante, la habría advertido. Y surgió la República actual, la más gloriosa de las tresdigámoslo hoy valientemente, porque dentro de veinte años lo dirán a coro los niños de las escuelas: surgió la tercera República Española con el triunfo en las urnas del Frente Popular. Volvían los mismos legítimamente representados; y otra vez tratan un mandato del pueblo que no era precisamente la Revolución Social, pero si el deber ineludible de no retroceder ante ningún esfuerzo, ante ningún sacrificio, si la reacción vencida intentaba nuevas y desesperadas traiciones. Y surgió la rebelión de los militares, la traición madura y definitiva que se había gestado durante años enteros. Fue uno de los hechos más cobardes que registra la historia. Los militares rebeldes volvieron contra el pueblo todas las armas que el pueblo había puesto en sus manos para defender a la nación, y como no tenían brazos voluntarios para empuñarlas, los compraron al hambre africana, pagaron con oro, que tampoco era suyo, todo un ejército de mercenarios; y como esto no era todavía bastante para triunfar de un pueblo casi inerme, pero heroico y abnegado, abrieron nuestros puertos y nuestras fronteras a los anhelos imperialistas de dos grandes potencias europeas. ¿A qué seguir?... Vendieron a España. Pero la fortaleza de la tercera República sigue en pie. Hoy la defiende el pueblo contra los traidores de dentro y los invasores de fuera, porque la República, que empezó siendo una noble experiencia española, es hoy España. Y es el nombre de España, sin adjetivos, el que debemos destacar en este 14 de abril de 1937.


Aquel 14 de abril

María Zambrano

Fue tan hermoso como inesperado: salió el día en estado na-ciente; es decir, nació. Solamente por eso, aunque hubiera nacido otra cosa hermosa, se entiende, también ella tendría un inmenso valor.
En el himno de Homero, Afrodita se hace merecedora de ese mismo epíteto:La Naciente. Así es llamada. Y de Afrodita fue aquel día, un día naciente, donde todo nació: hasta el día, hasta las nubes, hasta la gente.
Pasaban guardias civiles llevados a hombros por el pueblo, por las gentes del pueblo de Madrid, y ellos eran felices. Los rateros se declararon en huelga; no hubo un solo hurto, por pequeño que fuera. Las personas entraban en los bares, donde pedían y pagaban; nadie intentó tomarse ni siquiera un café sin pagar. Las joyerías estaban intactas, con sus alhajas resplandecientes; nadie pensó en romper los cristales, nadie pensó en romper nada.
Creo yo que era la claridad del día. Pero si esa claridad del día se dio precisamente el 14 de abril, y si lo que nació de ese día naciente fue la República, no puede ser por azar. Fue, pues, un nacimiento y no una proclamación. Y de ese día naciente recuerdo en especial un episodio.
Las gentes sólo pensábamos es muy cursi, lo sé, pero es verdad en amarnos, en abrazarnos sin conocernos. Llorábamos de alegría, unos y otros, en la Puerta del Sol. Yo estaba allí cuando llegó Miguel Maura, cuando entró en el Ministerio de Gobernación. El edificio se había ido llenando de gentes, como convocadas por una especie de corona de nubes que se había ido formando en el cielo.
Era una hermosísima corona, tan hermosa que, una vez vista y contemplada, hace imposible aceptar ninguna otra corona. Se hizo sola, con esas nubes de abril que son un poco hinchadas, pero contenidamente; un poco rosadas, pero contenidamente. Era algo tenue e indeleble a la par, algo inolvidable siendo tan leve, tan sostenido que no se sabe qué esfera celeste tenía que ser, y, de no ser celeste, lo más cerca que en este planeta puede haber de celeste.
Florecieron las banderas republicanas, florecieron no se sabía desde qué campo de amapolas o de tomillo. Hasta había perfume a campo, a campo de España. Y, entonces, todo fue muy sencillo: Miguel Maura avanzó con la bandera republicana en los brazos. La llevaba tiernamente, como se lleva un depósito sagrado, un ser querido. La desplegó y dijo simplemente: «Queda proclamada la República». Fue un momento de puro éxtasis.
Unas horas más tarde, no muchas, mi hermana Araceli, junto con su marido, con mi padre y conmigo, fuimos a Telégrafos. Entraron los hombres para poner algunos telegramas, y nos quedamos mi hermana y yo, solas, en la plaza donde no había nadie, debajo, por azar, de un reverbero blanco de luz, de una blancura incandescente, de una blancura que yo nunca más he vuelto a ver.
Llegó un grupo de hombres, de indígenas, de gente de aquí, salida, como salía todo en aquel momento, de una tierra feliz, de una tierra que estuviese comenzando a salir de la maldición bíblica, si es que de verdad nos han dicho aquello de parirás con dolor. Parecía que ya la tierra no tendría que parir nunca más con dolor, sino con gloria, y que todo sería amor, unión entre el cielo y la tierra. Y llegaron aquellos hombres pequeñitos, españoles, indígenas. Vinieron hacia nosotras, hacia mi hermana y hacia mí, con esa timidez que tienen todos los seres que nacen como es debido y, al mismo tiempo, llenos de confianza.
Éramos señoritas. Íbamos vestidas de señoritas. Mi hermana todavía podía pasar, pues llevaba un abrigo rojo, que ella no se encargó para la ocasión. Pero yo iba de azul celeste, color nada revolucionario. Y se acercaron casi como de puntillas, y, mirándonos, nos dijeron: «¡Viva la República!». Y nosotras, con alegría, y dándoles más espacio de cordialidad y de entendimiento, contestamos. Entonces volvieron a decirlo cada vez con mayor júbilo, al ver que nosotras participábamos y nos uníamos a ellos a pesar, creo yo que pensarían, de ser dos señoritas.
Uno de aquellos hombres, que llevaba una camisa blanca, se destacó. Sería por azar, pero estaba colocado debajo del reverbero blanco; así que la blancura de su camisa era ultraterrena y, al mismo tiempo, terrestre, porque todo era así, nada era abstracto, nada era irreal, todo era concreto, real, vivo, la mismísima realidad, la felicidad, que, sin duda alguna, nos dieron al principio.
Y ese hombre, con los brazos abiertos gritó: «¡Que viva la República!». Y hasta «¡Viva España!», que se decía muy poco en mis tiempos, porque la patria, esa verdad, no se nombraba.
Después la han nombrado mucho; nosotros no la nombrábamos, pero no porque fuésemos antipatria, sino por todo lo contrario, porque la dábamos por supuesta. El caso es que, abriendo los brazos el hombre de la camisa blanca acabó dando un grito que él andaba buscando y que al fin le salió: «¡Y muerapues que no muera nadie!». Y gritó por tres veces: «¡Que no muera nadie! ¡Que viva todo el mundo! ¡Que viva la vida!».
Así se quedó, inmóvil, con los brazos abiertos. Era, luego lo he visto claro, un fragmento real de Los fusilamientos pintados por Goya, donde hay ese hombre vestido de blanco y con un grito que no se oye. Hoy creo que es el mismo grito que mi hermana y yo oímos aquel 14 de abril, el grito del que van a fusilar, del fusilado: «¡Que no muera nadie! ¡Que viva todo el mundo! ¡Que viva la vida!». Y no sé quisiera ser fiel si no dijo entre dientes «¡Que viva el amor!». Quizá lo dijo. Pero yo no me atrevo a afirmarlo.