PRÁCTICA DE COMENTARIO
Estaba el otro día leyendo la prensa en Internet cuando me topé con una de esas páginas horrendas que proponen series de fotos de famosos unidos por algún absurdo denominador común […]. Esta se titulaba “Personas famosas que han muerto sin que lo sepas”, y debo reconocer que caí cual mosca en la cera de un velón funerario. Me amorré a esa bazofia durante hora y media, pulsando una y otra vez retratos de finados. Lo dejé, por agotamiento, en el muerto número 178, que era un tal Peter Ivers, compositor y presentador de televisión en los años ochenta en Estados Unidos, a quien mataron en extrañas circunstancias. El texto añadía: “Hasta el día de hoy, los abogados encargados no tienen conclusión del asesinato. Pero estamos seguros de que el legado de Peter vivirá por siempre”. Mentira cochina, claro está. Hablo del legado. Uno se muere y después se muere un poco más, a medida que van desapareciendo quienes te recuerdan.
¿Por qué hay siempre tantas mentiras sobre la muerte? Me contesto yo misma: porque nos da un repeluco monumental e intentamos protegernos de ese miedo con eufemismos y escapismos varios. […] Pero luego hay un puñado de neuróticos, como yo, que llevamos una especie de taxímetro en la cabeza, un tictac constante en la carrera diaria hacia la nada. ¿Suena un poquitín espeluznante? Pues no debería. Eso se compensa, al menos en mi caso, con la aguda conciencia de estar viva, lo cual le da color y calor a la existencia. Soy una disfrutona, en fin, precisamente porque sé que moriré.
Estas reflexiones algo frikis vienen a cuento del profundo desasosiego que observo a mi alrededor. Y cómo no: creo que todos los habitantes del planeta estamos sufriendo un shock postraumático tras la llegada del coronabicho. […] La pandemia ha hecho trizas esa seguridad ilusoria y ha sentado a la muerte a nuestra mesa. Casi me da pena toda esa gente que por lo general vive creyéndose inmortal.
Por eso me voy a permitir recomendarles un pequeño pensamiento, un meme maravilloso que circula por las redes. Es una viñeta de Charlie y Snoopy; están sentados en un malecón de espaldas a nosotros, mirando el mar. Charlie dice: «Algún día me moriré». Y Snoopy contesta: «Sí, pero los demás días no». No sé quién es el genio que ha escrito este texto, pero resume todo lo que hay que saber. Así que aquí os lo dejo. De una neurótica obsesionada por la muerte a todos los hermanos de pandemia, con amor.
«De la vida y de la muerte», Rosa Montero, El País Semanal, 20/09/2020
CUESTIONES
1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) enuncie el tema del texto; b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes; c) indique qué tipo de texto es.
2. Redacte un resumen del contenido del texto.
RESPUESTAS
1a. Reflexión sobre el miedo a morir e invitación a disfrutar de la vida.
Su estructura es inductiva puesto que la tesis se encuentra hacia el final del texto.
1b. Para empezar, en lo que a su estructura externa se refiere, consta de cuatro párrafos escritos en prosa, 26 líneas, pero se han omitido tres pasajes, como se deduce de los corchetes de las líneas 2, 11 y 18, lo que quiere decir que el escrito original es más extenso. Además se observan algunas comillas que, tras la lectura, sabemos que sirven para citar un artículo de internet y para reproducir el contenido de una viñeta de Snoopy.
Pasando a la estructura interna, en el plano fónico predomina una entonación enunciativa; a la que se añaden dos interrogativas (líneas 11 y 14).
En el plano léxico-semántico, hay una palabra clave que atraviesa todo el texto, que es «muerte» (también aparece en el título), y que además genera un importante campo semántico: «funerario, finados, muerto, moriré, asesinato...». Al que se pueden sumar otras palabras relacionadas con la pandemia de Covid-19 que asoló el planeta hace tres años. Como contrapunto, otro campo semántico es el de la vida: «vive, inmortal, disfrutona...» Y un tercero es el de las redes sociales: «prensa, internet, meme, televisión...» Predomina en todo el escrito de Rosa Montero un lenguaje altamente valorativo, con adjetivos y sustantivos como «horrendas, bazofia, mentira cochina, espeluznante, maravilloso», que señalan hasta qué punto la autora está expresando su opinión: por tanto hay un alto componente de función expresiva, de subjetividad. A esto hay que sumar el uso de la ironía, que sobrevuela gran parte del escrito, y la utilización de un registro estándar pero cargado de coloquialismos, como «repeluco» o «disfrutona», y de neologismos, como «coronabicho», que tiene un toque humorístico, quizá para minimizar la gravedad de lo que estaba suponiendo esta enfermedad en 2020, año del artículo.
En lo tocante al plano morfosintáctico, la autora va empleando todas las personas, aunque las que más aparecen son la primera, singular (función expresiva) y plural (función apelativa), tanto en pronombres como en formas verbales: «me topé, debo, me contesto yo misma, intentamos, nuestra...» Las formas plurales con la clara intención de inmiscuir al receptor/lector en sus planteamientos. También abundan las palabras en tercera persona: «proponen, vienen, vivirá, era, hay...» con función representativa. Y cuatro formas en segunda persona: «sepas» (pero esta forma parte del título del artículo que lee Rosa Montero en internet, con lo cual se puede obviar), «te, os» y «recomendarles» (línea 21, usado como forma de cortesía para apelar a los receptores como ustedes). También el «a todos los hermanos de pandemia» del final se puede considerar una locución dirigida a una segunda persona genérica.
El tiempo verbal predominante es el presente de indicativo. Con él se pretende impregnar de un aire de actualidad lo que se está contando. En algún caso se trata de un presente gnómico: «uno se muere». Además, hay algunos pretéritos imperfectos y perfectos simples (solo en el primer párrafo) de indicativo porque es el tiempo de la narración y en esa parte está contando el ejemplo de la noticia de internet que leyó: «Estaba, topé, me amorré, mataron, añadía...». Hay algún perfecto compuesto en cada párrafo. Y tres futuros, pero dos de ellos son en las citas, así que —de nuevo— no lo ha escrito directamente la autora. Algún caso de subjuntivo, de condicional o algún gerundio o infinitivo suelto. Sí cabe destacar la presencia de cuatro perífrasis: dos aspectuales y dos modales de obligación. El texto se cierra con una frase nominal que trata de imitar el estilo epistolar. Y hay alguna oración impersonal, como la interrogativa, lo que hace que la pregunta resulte más universal. Por lo demás, abundan las oraciones de extensión media-larga, con mucha subordinación: propias del estilo argumentativo. Aunque, según avanzan los párrafos, hay algunas más cortas.
En cuarto lugar, en el plano pragmático-textual, se puede observar que la autora busca con este texto exponer sus ideas sobre la vida y la muerte y para ello emplea un tono conversacional, cercano, en el que incluye o se dirige a los lectores (tanto con la 1.ª persona de plural como con la 2.ª persona, alternando formas de cortesía —«les»— con formas más cercanas —«os»—), con lo que se asegura un gran alcance y difusión de su artículo. Tengamos en cuenta que los textos periodísticos buscan llegar a un amplio número de personas.
En cuanto a los mecanismos de cohesión, ya hemos hablado de la recurrencia de la palabra «muerte», así como de algunas sustituciones por sinonimia: el término «finados» (forma culta) en lugar de «muertos». Hay abundantes deixis a lo largo del escrito: tanto internas anafóricas («aquí», línea 25, que remite a lo dicho inmediatamente antes; o «Esta», línea 2, que remite a página de internet), como alguna catafórica («le», línea 15, que antecede a «a la existencia»). Y externas: como por ejemplo «hoy» (línea 7) que remite a la fecha en que se escribió el texto de la muerte de Peter Ivers. En cuanto al uso de marcadores, se puede destacar varios que sirven para explicar las causas del razonamiento de Rosa Montero: «porque, lo cual, por eso, así que». También aparecen las conjunciones «Y» o «Pero» para conectar oraciones. Hay alguna inferencia, como la referencia a la pandemia en la línea 20, que podemos deducir que es la del Covid-19 por la fecha de publicación del artículo.
El título también participa en la coherencia, puesto que sintetiza las ideas principales del escrito: la vida y la muerte. Lleva delante una preposición «de» que indica los temas sobre los que va a reflexionar la escritora, a la manera de los títulos de ensayos clásicos como los de Montaigne.
En lo tocante a figuras retóricas y elementos estilísticos, destaca el uso de frases hechas, que de nuevo contribuyen a hacer el texto más cercano para los lectores; por ejemplo «mentira cochina», con un cierto toque de lenguaje infantil, o el «con amor» final, más propio del trato íntimo que de un texto público, afianzando la confianza entre autora y receptor/es. También hay comparaciones, «cual mosca en la cera de un velón», metáforas, «llevamos una especie de taxímetro en la cabeza», en que se identifica la vida con una carrera de taxi, paronomasia entre las palabras «calor» y «color», onomatopeya («tictac»), personificación («ha sentado a la muerte a nuestra mesa»), paradoja: «soy una disfrutona porque sé que moriré», e interrogaciones retóricas. Es decir, hay abundantes recursos retóricos que tratan de construir un texto con función poética, capaz de persuadir a sus lectores por la belleza de su construcción.
1c. Por todo lo dicho anteriormente, se trata de un texto periodístico de opinión, concretamente un artículo de opinión, porque tiene una amplia extensión —si tenemos en cuenta los fragmentos que se han elidido—, se publicó en un semanario de amplia difusión en España, con fecha de septiembre de 2020, momento en que todavía la epidemia asolaba el planeta.
Asimismo, se trata de un texto argumentativo porque la autora trata de persuadirnos con sus opiniones sobre la muerte, aunque ella misma las considere extravagantes («frikis», una expresión profundamente valorativa). Por tanto, está cargado de subjetividad, tal como hemos demostrado en la pregunta 1b, funciones expresiva y apelativa, cantidad de elementos connotativos y embellecimiento del mensaje con elementos estilísticos.
2. En este artículo, la escritora Rosa Montero reflexiona sobre las mentiras creadas en torno a la muerte y cómo intentar escapar de ella, a partir de la lectura de una página web. Habla de la inevitabilidad de la muerte y sostiene que la pandemia ha provocado que esté más presente en nuestras vidas. Por último, cita una viñeta de Snoopy en la que se dice que hay que aprovechar la vida, para que hagamos lo propio.
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