Luces
de bohemia se publicó por primera vez en la revista España en
1920, pero es en 1924 cuando aparece la versión definitiva con tres
escenas añadidas (II, VI, XI).
La
obra narra la última noche de la vida de Max Estrella, poeta ciego y
miserable. Valle se inspiró en la figura del novelista Alejandro
Sawa, al igual que hizo Baroja en El árbol de la ciencia con
el personaje llamado Villasús. Lo cierto es que los últimos días y
la muerte de este escritor impresionaron mucho al gallego.
Algunos
estudiosos creen que la obra puede estar influenciada por la Divina
comedia, de tal modo que Max se acompaña de Don Latino mientras
se sumergen en lo más profundo de la noche, al igual que Dante
desciende a los infiernos guiado por Virgilio.
En
cuanto a la estructura del texto, la meditada organización le
permite a Valle una progresión agobiante en la grotesca tragedia del
protagonista. La obra se divide en tres partes: un preludio (escena
1) que presenta paralelismos con la escena XII (muerte de Max) y las
escenas XIII-XV (suicidio de su mujer e hija). El cuerpo de la obra
se basa en la peregrinación del poeta ciego por la noche madrileña
(escenas II-XI); este bloque a su vez se puede subdividir en dos
partes simétricas marcadas por el encuentro con el preso anarquista
catalán, que podría estar basado en Mateo Morral, anarquista, autor
del atentado contra Alfonso XIII en 1906. La última parte, tras la
escena XII en la que se explica la teoría del esperpento, es un
epílogo absurdo con el velatorio de Max, las conversaciones del
cementerio y el final agónico de Don Latino.
El
esperpento es la deformación y distorsión de una realidad
inaprensible (los espejos del callejón del Gato). Algo muy
importante es cómo Valle vació de razón, sentimiento y
sensibilidad a los personajes, utilizando técnicas expresionistas
como la animalización, cosificación o muñequización. Los hombres
se transforman en perros, fantoches o peleles, como en algunas
pinturas de Goya. El mayor fantoche del esperpento es Don Latino
(caricatura de la bohemia, miserable y desleal). Pero el dramaturgo
también ridiculiza a la burguesía (Zaratustra o el tabernero Pica
Lagartos), a la policía (capitán Pitito, o los guindillas) o
a los sepultureros (parodias de los de Hamlet); empleando para ello un amplio abanico de registros lingüísticos (verás cómo te cachondeo, es usted corrosivo, carcunda, llevar mancuerna, etc.).
Algunos
personajes, como Max o el preso catalán, escapan de esta condición.
Max es un personaje complejo y espléndido; es considerado un maestro
por sus conocidos literatos; realiza reflexiones sobre la ruinosa
situación de España de aquel momento, por ejemplo, cuando conversa
con el anarquista. Trata temas vigentes hoy en día, como la
represión policial o ciertos conflictos sociales. Se fustiga el
capitalismo, la religión, las camarillas literarias, el periodismo,
se critica la acción de las fuerzas del orden (la conocida «Ley
de Fugas» que permitía
disparar a un fugitivo), se burla de la Real Academia, o de
escritores como Benito Pérez Galdós, al que llama Garbancero.
Y sobre todo ello impera el tema fundamental de la muerte.
Merecen
especial importancia las acotaciones, que son especialmente
literarias —muy
elaboradas— minuciosas
y sugerentes:
en ellas Valle-Inclán consigue introducir técnicas
cinematográficas como el zoom.
Una acotación muy impactante es la que describe a una madre con el
cadáver de su hijo en brazos (Guernica
literario).
En
suma, todo parece resumirse en la siguiente frase de Max Estrella:
«España
es una deformación grotesca de la civilización europea».
No hay comentarios:
Publicar un comentario