domingo, 16 de diciembre de 2018

Comentario de texto para enero

300 palabras

19 de octubre de 2017, El País

     Diez más, diez menos; quince arriba, quince abajo. Esas alhajas vienen cabiendo en este cofre. Depende de los puntos seguidos, los aparte y los supensivos. De las comas, comillas y paréntesis. De las eles y las íes, palitroques que estrechan las líneas, y de las emes y las uves dobles, mamotretos que las ensanchan. De la proporción y el rimo de agudas, llanas y esdrújulas. De la cadencia entre párrafos. De todo eso depende, y hasta de las diéresis de las úes y las vírgulas de las eñes, la diana o el pinchazo de estos dardos. Y todo eso sin hablar del fondo, claro. Cada balín de esta recortada debiera estar medido, tallado y preñado de intención y significado. Porque a este laberinto, como a la peluquería o al quirófano, se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale. Hay quién conoce de antemano qué quiere decir y por qué y hasta de qué exacto modo. Benditos sean. Una se adentra en la selva sin más brújula que el instinto y la vergüenza ajena y el amor propio, y va desbrozando la hojarasca a base de cabezonería, palos de ciega y machetazos de teclado. El camino se hace a veces terriblemente largo; a veces sospechosamente corto y, siempre, horriblemente ansioso. Hasta que, de repente, coincidiendo con precisión helvética con la hora del cierre, lo tecleado cobra sentido y sensibilidad y, si no, los das por cobrados y la acabas pensando que otra vez saldrá más redonda y que has salvado el pellejo hasta la próxima.
     Escribir una columna es un gozo y una tortura. La tortura de iniciarla y el gozo de acabarla. No creo que este oficio de artesanos sea masculino ni femenino. Tampoco que las mujeres seamos buenas ni malas ni mejores ni peores columnistas que ellos por tener ovarios. Solo sé que los tenemos, que somos unas cuantitas y que, si nos compran el género, será porque se vende. Lo de la paridad en congresos lo dejo para otra. Hoy bastante tengo con cuadrar el sudoku y cerrarlo a tiempo.




1a. El tema de este texto es la dificultad al escribir una columna periodística.
1b. En cuanto al plano fónico-gráfico, destaca la utilización de numerosa puntuación, la repetición de conjunción «y» —polisíndeton que acelera el ritmo— y de la preposición «de» con fines estilísticos. Todas las oraciones son enunciativas y el primer párrafo es prácticamente entero una larga enumeración. Se emplea la repetición de las palabras anteriores para crear un ritmo apresurado, que acerca el texto a la oralidad y lo espontáneo.
En referencia al plano morfosintáctico, es necesario comentar el gran número de sustantivos empleados, que refuerzan la sensación de que es todo una enumeración atropellada para terminar la columna. Algunos están en presente de indicativo (depende), o pretérito imperfecto de subjuntivo (debiera), alguna perífrasis aspectual durativa (vienen cabiendo) y el uso, además, de tercera, segunda (los das por cobrados) y primera persona —en este orden, más o menos, según avanza el texto—, con lo que la autora incluye al lector y a sí misma en la locución del texto. Por lo tanto, se puede hablar de funciones representativa, apelativa y expresiva respectivamente. Hay oraciones muy cortas (Benditas sean) y muy largas, incluso con puntos y comas (al final del primer párrafo), así como varias frases sin verbo (primeras líneas).
Dentro del plano léxico-semántico encontramos que el campo semántico principal es el de la escritura (esdrújulas,vírgulas, eñes…). También podemos distinguir el de la supervivencia (laberinto, selva, instintos, brújula) y el del sufrimiento y sentimientos negativos, como vergüenza, ansioso, tortura. El registro es estándar, aunque destacan algunas palabras coloquiales (palitroque, cabezonería), cultas (alhajas,helvética), o tecnicismos (vírgulas). Abunda el léxico connotativo, los nombres abstractos y los adjetivos y adverbios valorativos: horriblemente ansioso, amor, significado, sospechosamente. Y resaltar el uso connotativo, probablemente irónico, del diminutivo en cuantitas.
Respecto al plano pragmático-textual, es relevante la separación del texto en dos partes, que coinciden con los dos párrafos. En el primero se describe el proceso de escritura de una columna y en el segundo se concluye que es algo difícil y que no es exclusivo de ninguno de los sexos. No hay demasiados conectores, aunque aparecen algunos: porque, tampoco. El texto está cohesionado a través de la repetición, y de ciertos paralelismos, que se dan sobre todo al principio. Deixis hay muchas: desde una externa como «hoy» en la última línea, o el «Una» con que se refiere de forma indeterminada a sí misma la propia autora; o una interna «lo dejo» que se refiere a «lo de la paridad». También elipsis como el «otra» del penúltimo enunciado, que se sobreentiende que se refiere a otra columna.
A los elementos estilísticos señalados anteriormente, sumar el juego de palabras que se hace cuando se habla de «sentido y sensibilidad»: doble sentido con el título de una novela de Jean Austen. Utiliza numerosas metáforas en las que va identificando escribir una columna con vivir una aventura compleja, atropellada e incierta; o con un laberinto, con un cofre, o con un sudoku. Utiliza otras metáforas o símiles (como a la peluquería o al quirófano; desbrozando hojarasca) para expresar la dificultad de terminar este tipo de textos.
También al final se deja en el aire si se cumple con la reivindicación feminista de la paridad, en congresos, número de colaboradores/as de un periódico, etc. Es decir, que la autora reflexiona sobre un tema controvertido en la actualidad como puede ser el de la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito intelectual. Asimismo, se podría mencionar el tema de la metaescritura, puesto que se trata de una columna cuyo tema, precisamente, es cómo se hace una columna.
1c. Este texto es un texto periodístico —se publicó en El País, reconocido periódico nacional— de opinión, concretamente una columna. En él, la columnista habla sobre un tema de interés dirigiéndose al público general. Puesto que defiende una tesis —escribir una columna es un gozo y una tortura—, empleando para ello una descripción totalmente subjetiva, es además un texto argumentativo. Y puesto que dicha tesis se encuentra hacia el final, tiene una estructura inductiva.
2. La autora enumera signos de puntuación, letras y otros elementos lingüísticos y ortográficos para destacar la importancia de su uso preciso en la escritura de una columna. Después afirma que es difícil pulir el significado y la expresión de lo que se quiere decir, y además terminarlo justo a tiempo. Describe la finalización de la tarea con una gran alegría, y defiende que el arte de la columna no está ligado a ningún género.

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