No me resisto a colgar este curioso artículo sobre la correlación entre un poeta, su vida corriente, y su obra. En este caso el poeta es Juan Ramón Jiménez, el episodio de su vida es su viaje de novios a New York (sic) y su obra es Diario de poeta y mar, más conocido como Diario de un poeta recién casado.
Y otra "bronquita" de Pérez Reverte, que se vuelve en su contra. Una polémica relacionada con la ortografía, donde un ingenioso académico de la lengua tiene que envolvérsela con papel de fumar ante la evidencia del pajarito de twiter.
Cambiando de tema y entrando en faena con el asunto que nos concierne: el comentario de texto. Antes de semana santa, comenté alguna cosa del artículo de Deleuza-Guattari titulado "Rizoma", cuya lectura recomiendo vivamente (lo encontráis fácilmente en la red). He aquí un fragmento donde se hace hincapié en el asunto del significado y el significante (léase "texto" donde dice "libro"):
«No hay ninguna diferencia entre aquello de lo que un libro habla y cómo está hecho. Un libro tampoco tiene objeto. En tanto que agenciamiento, sólo está en conexión con otros agenciamientos, en relación con otros cuerpos sin órganos. Nunca hay que preguntar qué quiere decir un libro, significado o significante, en un libro no hay nada que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya, con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo. Un libro solo existe en el afuera y en el exterior. Puesto que un libro es una pequeña máquina, ¿qué relación, a su vez mesurable, mantiene esa máquina literaria con una máquina de guerra, una máquina de amor, una máquina revolucionaria, etc., y con una máquina abstracta que las genera?»
[pág. 10 de la edición de Pre-Textos]
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