martes, 29 de abril de 2014
DESCATALOGADOS
Os cuelgo en este enlace un documental sobre el fin del libro en su era de papel, y la revolución al libro digital. El reportaje es muy americano pero hay reflexiones interesantes. Os puede servir para cerrar el tema 12, no para mañana, sino con vistas a la PAU.
Estaría bien hacer un debate sobre el tema, pero a ver si sacamos tiempo.
Ánimo, que queda poco: estudiad bien para el último examen que hacemos mañana y mucha suerte.
Estaría bien hacer un debate sobre el tema, pero a ver si sacamos tiempo.
Ánimo, que queda poco: estudiad bien para el último examen que hacemos mañana y mucha suerte.
domingo, 27 de abril de 2014
Sobre Gabriel García Márquez
Un artículo de Félix de Azúa (uno de los poetas novísimos de los 70, que ahora se dedica más al ensayo) sobre Gabo. Desde cerca.
martes, 22 de abril de 2014
Un par de enlaces a textos periodísticos que me han parecido interesantes
23 de ABRIL: DÍA del LIBRO
Bueno, mañana miércoles 23 de abril es el día del libro (fecha en que murieron Cervantes y Shakespeare, ambos en 1616). La semana pasada murió Gabriel García Márquez, otro grandísimo novelista latinoamericano (está en el tema que os mandé: tendréis que actualizarlo con la fecha de fallecimiento) y prácticamente un clásico de la Literatura ya en vida. Ganó el premio Nobel en 1988 y su novela más conocida es Cien años de soledad (hay una exposición en un rincón de la biblioteca sobre un episodio de este libro). Aprovechad para comprar los libros que tengáis en mente porque hay un 10% en librerías. Y además se celebra la Noche de los Libros, con cientos de actos literarios de todo tipo en Madrid y Leganés. Podéis consultar el programa en www.madrid.org/lanochedeloslibros
Además aprovecho para colgar un artículo publicado hoy en El País de Rosa Montero sobre la última premio Cervantes: Elena Poniatowska, a la que se le entregará el gallardón mañana en Alcalá de Henares, y después comenzará la lectura ininterrumpida del Quijote. La columna no solo habla del premio y de la premiada sino también de varias cuestiones de género con las que estoy muy de acuerdo.
Elena
A las mujeres se les exige todo, una excelencia global que jamás se demandaría en un varón
Mañana le darán el Cervantes a Elena Poniatowska. El premio lo han
ganado ya 35 hombres; ella será la cuarta mujer. Tampoco hay más en el
premio de la Crítica: tres mujeres contra 63 hombres; en cuanto a los
Nacionales de Narrativa, en los 36 que hubo desde la Transición solo hay
dos escritoras. Una cosecha ridícula y que no refleja la realidad.
Hemos avanzado muchísimo en la demolición del sexismo, pero sigue
habiendo profundos prejuicios machistas (que también padecemos las
mujeres) que nos condenan a ser lo otro, lo ajeno, lo secundario. Ya se
sabe que, si una autora escribe una novela protagonizada por una mujer,
todos piensan que está hablando de mujeres; mientras que si un varón
escribe una novela protagonizada por un hombre, todos piensan que está
hablado del género humano. Cuando Elena ganó el Cervantes, oí decir a
algunos que no les parecía bien por las posturas políticas de
Poniatowska. Pero eso a los hombres no se les tiene en cuenta; por
ejemplo, no se dijo de Gabo, cuya línea ideológica me pareció a veces
disparatada, sin que ello mermara su altura colosal. Quiero decir que a
las mujeres se les exige todo, una excelencia global que jamás se
demandaría en un varón. Esto no es consciente; es una ceguera insidiosa
que nos impide ver con normalidad a las mujeres. Por ejemplo:
hace un par de meses hubo un manifiesto de mujeres contra la ley del
aborto de Gallardón, con más de 1.500 firmas, muchas muy conocidas. Solo
se publicó, con poca relevancia, en EL PAÍS digital. Un mes más tarde,
un grupo de hombres apoyó ese manifiesto con 350 firmas. Les dieron una
página entera, con foto, en EL PAÍS de papel. Ya ven, nosotras no
valemos tanto, casi se diría que no existimos. Menos mal que, de cuando
en cuando, se pone en pie una giganta como Elena. Lean su última novela,
Leonora. Disfruten de su fuerza narrativa, de su prosa perfecta.
lunes, 21 de abril de 2014
Derecho a la privacidad
Hace unos días hicimos un comentario de texto sobre el artículo 18 de la Constitución española de 1978 en el que se garantizaba el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas. Este artículo, publicado hoy en www.publico.es, indaga en dicho tema, y habla de un escritor (novelista y poeta) ruso magnífico: Boris Pasternak, de la versión cinematográfica que hizo David Lean de su obra más conocida, Doctor Zhivago, y de su rodaje en España. Entre otras cosas.
La sovietización de EEUU2014
Vicenç Navarro (Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University)
No sé si usted, lector, ha leído la novela Doctor Zhivago, del novelista ruso Boris Pasternak, o visto la película basada en esta novela. Esta última se filmó, por cierto, en partes de la meseta castellana, en unas planicies de gran belleza que en invierno, con mucha nieve, recuerdan a los paisajes siberianos, donde precisamente parte de la novela tiene lugar. El rodaje de la película en la meseta castellana durante la dictadura fascista tuvo sus dificultades, puesto que en la película se filmaban momentos de la Revolución Bolchevique, con cantos de la Internacional y banderas rojas que alertaron a la Guardia Civil asentada en aquel territorio. Contaba Geraldine Chaplin (hija de Charles Chaplin y una de las actrices de la película) que la productora de la película tuvo que ir corriendo al cuartel indicando que era una simulación y no un ensayo general para la revolución española.
Cuando la novela, sobre la que se basa la película, se publicó en ruso, inmediatamente fue prohibida en aquel país por la censura del Estado soviético, pues la novela era una protesta frente al carácter totalizante de aquel régimen, que invadía todas las dimensiones del ser humano, sin permitir un espacio propio, personal, con intimidad y respeto a la persona. Los que vivimos la dictadura totalizante, fascista, que existió en nuestro país, conocemos y compartimos aquella queja y denuncia que hizo Pasternak. La dictadura fascista española permitía muy pocos espacios en la libertad individual y de decisión personal, estando todo normativizado y sancionado, desde la lengua (en Catalunya el idioma catalán fue reprimido) hasta el sexo, incluyendo todas las áreas del ser humano.
Con un acto que le honró, el Partido Comunista Italiano, PCI, una de las fuerzas de izquierda más poderosas en Europa, apoyó la publicación, en italiano, del libro de Pasternak. La casa editorial próxima al PCI, la editorial Feltrinelli, lo publicó, a pesar de la enorme presión de la Unión Soviética para que no lo hiciera. Esta historia es conocida, aunque no en España, pues la censura fascista no podía admitir que los comunistas italianos hicieran nada bueno. Y, es más, la protesta de Pasternak iba dirigida a todos los sistemas y dictaduras totalitarios, entre las cuales la española no tenía nada que envidiar a la soviética. De ahí que en España esta historia, entre muchas otras, no se conocía, y continúa sin conocerse.
Lo que es muy interesante es lo que está pasando ahora en EEUU. La desclasificación de los archivos de la agencia de inteligencia del gobierno federal de EEUU, la CIA, documenta una parte desconocida de esta historia, que delata lo que fue la Guerra Fría y la enorme importancia que jugó la lucha ideológica en aquel conflicto. Paralelamente a lo que estaba ocurriendo en Italia, bajo el liderazgo del PCI, había una campaña internacional, dirigida por la CIA (campaña que no estaba relacionada con la campaña del PCI), de utilización de aquel libro, todavía muy desconocido en el mundo occidental, para intentar movilizar a la población que vivía en la Unión Soviética frente al comportamiento tan intrusivo del Estado en la esfera privada de los ciudadanos, desacreditando, a su vez, a aquel régimen. La CIA tradujo el libro al ruso, lo publicó sin citar la fuente ni la editorial real, y lo distribuyó ampliamente. Es más, movilizó apoyos internacionales para el que era un desconocido escritor ruso, Boris Pasternak, convirtiéndolo en un nombre conocido en los círculos literarios y políticos occidentales, presionando también al Comité Nobel para que se le otorgara el Premio Nobel de Literatura, lo cual consiguió.
Lo que es muy interesante de documentos desclasificados (que ahora son ya accesibles) es leer la justificación que da la CIA para llevar a cabo dicha campaña. En este documento, el jefe de la división soviética de la CIA describe, en julio de 1958, las razones de por qué esta campaña de apoyo y promoción de Boris Pasternak es necesaria, acentuando que “el mensaje humanista de Pasternak [es] que toda persona tiene derecho a una vida privada”. Considera que la vigilancia del Estado al nivel de romper la intimidad es algo que debe combatirse. Lo que hace esta justificación, que utiliza la CIA, interesante y sumamente valiosa y aplicable hoy es que, como señala Paul Craig Roberts (que fue funcionario público del gobierno federal antes de ser periodista) en su excelente artículo “How the CIA Turned ‘Dr. Zhivago’ Into a Weapon”, Counterpunch (09.04.2014), del cual extraigo gran parte de los datos que utilizo en este artículo, esa argumentación es hoy incluso más válida en EEUU de lo que lo era en la Unión Soviética. Las prácticas de vigilancia del Estado sobre el ciudadano normal y corriente a través de la agencia de seguridad del gobierno federal de EEUU (la National Security Agency, NSA) son mucho más invasivas que las que desarrolló el Estado soviético. Según Paul Craig Roberts, la NSA recoge y guarda todo el correo, todas las transacciones con la tarjeta de crédito, todas las conversaciones telefónicas, cada búsqueda de Internet y otras informaciones de cada uno de los ciudadano de EEUU, concluyendo que cualquier ciudadano soviético tenía mucha más privacidad que la que tiene un ciudadano y residente hoy en EEUU. Y, añade Paul Craig Roberts, la sanción del Estado soviético a aquellos que denunciaban y documentaban la violación de derechos humanos, como el mismo Pasternak, eran mucho menos severas que las que el gobierno federal de EEUU ha impuesto a Bradley Manning, Julian Assange y Edward Snowden. Y, mientras tanto, los liberales, grandes valedores, en teoría, de la libertad, continúan tomando a la sociedad estadounidense y al Estado de EEUU como puntos de referencia, como guardianes de los derechos humanos y de la libertad. ¿Qué autoridad moral tiene el gobierno federal de EEUU para presentarse hoy como el gran defensor de la intimidad y de la dignidad personal, entre otros derechos humanos?
martes, 8 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
El poema de JOSÉ HIERRO que no recordaba hoy
Réquiem
Manuel del Río, naturalde España, ha fallecido el sábado
11 de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las 9.30 en St. Francis.
Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D’Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
—sobre las nubes— de las tierras
sumergidas ante Platón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia St. Francis.
Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero
el tallado en piedra o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá…
Réquiem aetérnam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D’Agostino, pastan toros
de España, Manuel, y las flores
(funeral de segunda,
caja que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín… Libérame Dómine
de morte aeterna… Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel…
Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila. Dies irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa acá o allá,
sino sin gloria…
Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empapaban de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el universo.
Los velaban no en D’Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y de fantasía.
Él no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Libérame Dómine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dio su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas) Réquiem aetérnam.
Y en D’Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.
Réquiem aetérnam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.
Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente. Sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.
(Cuanto sé de mí, 1957)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)