El
fútbol es el más democrático de los juegos. Si por “demos” entendemos pueblo, y
si dejamos que el pueblo incluya a los pobres, entonces la democracia impera en
el fútbol porque es el deporte de los pobres. Ningún otro deporte ha penetrado
tanto en la favela, en el arrabal, en el barrio obrero. Un puñado de chiquillos
mal calzados o descalzos se juntan en cualquier rincón del mundo y echan un
partido con que sólo tengan algo esférico, ni siquiera un balón, que compartir,
perseguir y meter entre dos piedras, que bien valen de portería. Ningún deporte
ha sacado a más gente de la pobreza. Y como la pobreza se empecina en su
vocación de universalidad, y se extiende como una mancha de aceite por doquier,
allí le sigue este juego democrático del balompié.
Pero
no es un juego igualitario. Antes bien, es un juego meritocrático y, en
esa misma medida, jerárquico. De pequeños, dejábamos elegir los equipos a los
dos mejores del grupo, echándolo a pares y nones y no a los pies. Entonces,
cada uno iba eligiendo al siguiente mejor para terminar invariablemente
escogiendo al considerado peor. Y ése, cruel destino meritocrático, acababa
casi siempre de portero. A partir de ahí, los buenos jugadores ejercían el
mando constituyendo una suerte de aristocracia: ellos se buscaban, pedían la
pelota, driblaban y chutaban. Y si fallaban, no pasaba nada. Los buenos eran
admirados y en consecuencia gozaban de amplio respeto, un respeto que a menudo
se prolongaba más allá de la cancha. Con infantil naturalidad, los niños
creábamos una suerte de gobierno de los mejores, una pirámide de mando
aristocrática. Y la cosa funcionaba así porque no podía funcionar de otra
manera: estaba en la naturaleza de las cosas.
También
el fútbol profesional, democrático por su origen, es aristocrático en su
despliegue cotidiano. En todo equipo, el talento sobresale y marca la
diferencia. Ese que puede solucionar un partido, ese cuya ausencia se nota, ese
que hace la parada decisiva. Ese lleva los galones especiales, su mérito lo
encumbra. Si hay varios tenderán a formar lo que Panzeri llamó una camarilla,
un equipo dentro del equipo, un
grupo gobernante. Son mejores, mandan más, ganan más. Lo saben. El resto del
equipo también. Y lo saben el entrenador, el cuerpo técnico, la presidencia, la
grada. Es un hecho innegable y evidente.
“Fútbol y
pedagogía: una reflexión a partir de Panzeri”, epílogo
de Andrés de Francisco (UCM) en Fútbol,
dinámica de lo impensado, de Dante Panzeri, 1967, Editorial Capitán Swing
Una posible resolución a este comentario :
1a. El fútbol, un deporte democrático pero no igualitario.
Por su estructura lógica es deductivo: cada párrafo plantea una tesis y esas ideas principales están al inicio de los tres y se desarrollan después. Por lo tanto, se puede decir que tiene un progresión temática de tipo enlazado.
2. En cuanto a la estructura externa, el texto consta de tres párrafos: el primero defiende la que el fútbol es democrático, en tanto que lo juega gente de todos los estratos sociales. El segundo plantea que es un juego meritocrático: se reproduce un patrón aristocrático entre mejores y peores jugadores. Y el tercer párrafo aúna las dos tesis anteriores en el fútbol profesional.
1b. Respecto al plano fónico, no hay nada llamativo, a excepción de que predomina la entonación enunciativa.
En el plano léxico-semántico, destacan dos campos semánticos: el del fútbol ("portería, balompié, entrenador, chutaban", etc.) y el de lo sociopolítico ("democrático", "aristocracia", "meritocrático"...) y, dentro de este, se centra en las clases más desfavorecidas ("pobres, arrabales, favelas, pobreza", etc.). También hay muchos elementos connotativos, como por ejemplo, "se empecina" (línea 7), que permite inferir un sarcasmo, ya que se da a entender que algunos piensan que la pobreza insiste machaconamente en universalizarse, como si fuera cosa suya y no del sistema en que vivimos. "Cruel" también es otro adjetivo connotativo porque expresa cómo el autor ve esta situación, que para otros puede ser normal. Otros elementos valorativos se expresan tanto en adjetivos ("igualitario, peor, buenos, mejores") como en sustantivos ("talento, diferencia, galones") o adverbios ("invariablemente"). El registro es estándar, con presencia de algún tecnicismo como "driblaban" o "meritocrático".
En cuanto al plano morfosintáctico, las personas utilizadas son la tercera (de singular y plural) y la primera de plural inclusivo ("entendemos, dejábamos"), que pretende aproximar al receptor a los planteamientos del autor. Los tiempos verbales utilizados son el presente de indicativo, tanto en el primer como en el tercer párrafo: en algunos casos este presente es de tipo atemporal (como en la primera y la última oración del texto; probablemente para dar como ciertas sus afirmaciones, a lo que contribuye también el empleo del indicativo); y el pretérito imperfecto, también del indicativo, en el segundo párrafo.
Respecto al plano pragmático-textual, se logra una adecuada cohesión mediante distintos mecanismos, como el uso de marcadores discursivos: copulativos ("y, entonces, también"), adversativos ("pero") o consecutivo ("en consecuencia"). También hay deixis interna, pero no externa: por ejemplo "ése" que se refiere al [jugador] peor de la oración anterior. Y el uso de repeticiones (aparecen bastante "fútbol" y "bueno/s"), sustituciones por sinónimos u otras expresiones: el más destacado es el cambio de "fútbol" por "juego del balompié". El texto es adecuado en el contexto en que se encuadra, ya que aspira a llegar a un amplio espectro de lectores, por eso está publicado como epílogo de un libro de Dante Panzeri. El autor trata de exponer su opinión particular sobre un tema general y conflictivo como es el del fútbol.
Por último, el plano estilístico no es muy relevante, aunque hay alguna de metáforas: extenderse como una mancha de aceite (al final de primer párrafo), la comparación de la aristocracia con los buenos futbolistas, o una antítesis en la mitad del segundo párrafo ("mejor-peor").
1c. Se trata de un texto humanístico, del ámbito sociológico, ya que analiza un deporte (el deporte rey) pero desde la perspectiva de su papel en la sociedad. Además se trata de un texto híbrido, entre argumentativo y descriptivo/expositivo, ya que da su opinión particular, intenta convencer dando argumentos (los más evidentes son los de autoridad que cierran los párrafos dos y tres) y describe los comportamientos sociales que se dan en esta actividad humana. La principal función es la expresiva: hacernos partícipes de sus ideas, pero también están la representativa (exposición del estado de las cosas), la apelativa (uso de la primera persona de plural) y la metalingüística (por ejemplo, cuando define la expresión "demos").
(Otro 2) El autor, Andrés de Francisco, habla del fútbol: primero explica lo que supone este deporte para las clases bajas, señalando que es universal y cualquiera lo puede jugar. Luego dice que es jerárquico ya que los que juegan bien son los que mandan y eligen los equipos y, por último, extrapola ambas ideas al fútbol profesional, ya que el que más talento tiene es el que destaca por encima de los demás.
Una posible resolución a este comentario :
1a. El fútbol, un deporte democrático pero no igualitario.
Por su estructura lógica es deductivo: cada párrafo plantea una tesis y esas ideas principales están al inicio de los tres y se desarrollan después. Por lo tanto, se puede decir que tiene un progresión temática de tipo enlazado.
2. En cuanto a la estructura externa, el texto consta de tres párrafos: el primero defiende la que el fútbol es democrático, en tanto que lo juega gente de todos los estratos sociales. El segundo plantea que es un juego meritocrático: se reproduce un patrón aristocrático entre mejores y peores jugadores. Y el tercer párrafo aúna las dos tesis anteriores en el fútbol profesional.
1b. Respecto al plano fónico, no hay nada llamativo, a excepción de que predomina la entonación enunciativa.
En el plano léxico-semántico, destacan dos campos semánticos: el del fútbol ("portería, balompié, entrenador, chutaban", etc.) y el de lo sociopolítico ("democrático", "aristocracia", "meritocrático"...) y, dentro de este, se centra en las clases más desfavorecidas ("pobres, arrabales, favelas, pobreza", etc.). También hay muchos elementos connotativos, como por ejemplo, "se empecina" (línea 7), que permite inferir un sarcasmo, ya que se da a entender que algunos piensan que la pobreza insiste machaconamente en universalizarse, como si fuera cosa suya y no del sistema en que vivimos. "Cruel" también es otro adjetivo connotativo porque expresa cómo el autor ve esta situación, que para otros puede ser normal. Otros elementos valorativos se expresan tanto en adjetivos ("igualitario, peor, buenos, mejores") como en sustantivos ("talento, diferencia, galones") o adverbios ("invariablemente"). El registro es estándar, con presencia de algún tecnicismo como "driblaban" o "meritocrático".
En cuanto al plano morfosintáctico, las personas utilizadas son la tercera (de singular y plural) y la primera de plural inclusivo ("entendemos, dejábamos"), que pretende aproximar al receptor a los planteamientos del autor. Los tiempos verbales utilizados son el presente de indicativo, tanto en el primer como en el tercer párrafo: en algunos casos este presente es de tipo atemporal (como en la primera y la última oración del texto; probablemente para dar como ciertas sus afirmaciones, a lo que contribuye también el empleo del indicativo); y el pretérito imperfecto, también del indicativo, en el segundo párrafo.
Respecto al plano pragmático-textual, se logra una adecuada cohesión mediante distintos mecanismos, como el uso de marcadores discursivos: copulativos ("y, entonces, también"), adversativos ("pero") o consecutivo ("en consecuencia"). También hay deixis interna, pero no externa: por ejemplo "ése" que se refiere al [jugador] peor de la oración anterior. Y el uso de repeticiones (aparecen bastante "fútbol" y "bueno/s"), sustituciones por sinónimos u otras expresiones: el más destacado es el cambio de "fútbol" por "juego del balompié". El texto es adecuado en el contexto en que se encuadra, ya que aspira a llegar a un amplio espectro de lectores, por eso está publicado como epílogo de un libro de Dante Panzeri. El autor trata de exponer su opinión particular sobre un tema general y conflictivo como es el del fútbol.
Por último, el plano estilístico no es muy relevante, aunque hay alguna de metáforas: extenderse como una mancha de aceite (al final de primer párrafo), la comparación de la aristocracia con los buenos futbolistas, o una antítesis en la mitad del segundo párrafo ("mejor-peor").
1c. Se trata de un texto humanístico, del ámbito sociológico, ya que analiza un deporte (el deporte rey) pero desde la perspectiva de su papel en la sociedad. Además se trata de un texto híbrido, entre argumentativo y descriptivo/expositivo, ya que da su opinión particular, intenta convencer dando argumentos (los más evidentes son los de autoridad que cierran los párrafos dos y tres) y describe los comportamientos sociales que se dan en esta actividad humana. La principal función es la expresiva: hacernos partícipes de sus ideas, pero también están la representativa (exposición del estado de las cosas), la apelativa (uso de la primera persona de plural) y la metalingüística (por ejemplo, cuando define la expresión "demos").
(Otro 2) El autor, Andrés de Francisco, habla del fútbol: primero explica lo que supone este deporte para las clases bajas, señalando que es universal y cualquiera lo puede jugar. Luego dice que es jerárquico ya que los que juegan bien son los que mandan y eligen los equipos y, por último, extrapola ambas ideas al fútbol profesional, ya que el que más talento tiene es el que destaca por encima de los demás.